La Voz Del Diablo by Anne Rice

La Voz Del Diablo by Anne Rice

autor:Anne Rice
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: sf_horror
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


15

La canción y la risa de mi padre hacían temblar el mundo.

—Debes ser fuerte, Emaleth —dijo con su voz aguda, pronunciando las palabras apresuradamente—.

Toma lo que necesites; puede que tu madre trate de lastimarte. Lucha, Emaleth, lucha para reunirte conmigo. Piensa en el valle y en el sol y en nuestros hijos. Emaleth vio a unos niños, miles y miles de criaturas como su padre, como ella, pues era capaz de contemplarse a sí misma, de ver sus largos dedos y sus largas piernas, y sus cabellos flotando en el agua del universo que constituía su madre.

Un universo que se había hecho demasiado pequeño para ella.

Su padre no cesaba de reír. Emaleth lo vio bailar, tal como lo veía su madre, mientras entonaba una larga y hermosa canción.

La habitación estaba llena de flores. Había flores por doquier. Su perfume se confundía con el aroma de su padre. Su madre lloró y su padre le ató las manos al lecho. Su madre se revolvió y le maldijo, y en los cielos estallaron unos truenos.

Te lo ruego, papá, sé bueno con mi madre.

—Descuida. Me marcho, hija mía —dijo su padre, transmitiéndole un mensaje secreto—. Voy en busca de comida para tu madre, para que recupere las fuerzas. Cuando llegue el momento, debes luchar para nacer, lucha contra todo lo que te oponga resistencia.

Le ponía triste pensar que debía luchar. ¿Contra quién debía luchar? ¡No sería contra su madre!

Emaleth era su madre. El corazón de Emaleth estaba unido al corazón de su madre. Cuando su madre sentía dolor, Emaleth lo sentía también, como si alguien la empujara a través del muro del universo que su madre constituía.

Hacía unos momentos, Emaleth hubiera jurado que su madre sabía que ella estaba ahí. Que por un instante su madre había comprendido que la llevaba en su vientre, pero luego su madre y su padre habían empezado a pelearse de nuevo.

Al cerrarse la puerta, cuando el aroma de su padre se desvaneció y las flores se agitaron y se estremecieron en la penumbra de la habitación, Emaleth oyó llorar a su madre.

No llores, mamá, por favor. Me pongo muy triste cuando te oigo llorar. El mundo está lleno de tristeza. ¿Puedes oírme realmente, cariño? ¡Su madre sabía que estaba ahí! Emaleth se volvió en su pequeño universo, empujó el techo del mismo y oyó suspirar a su madre.

Sí: mamá. Pronuncia mi nombre, como hace papá. Emaleth. Quie-ro que pronuncies mi nombre.

Emaleth.

Luego, su madre le dijo: Escucha, pequeña, tengo problemas. Es-toy débil y enferma. Estoy desnutrida. Te llevo en mi vientre y, gracias a Dios, tomas lo que necesitas para alimentarte de mis dientes, mishuesos y mi sangre. Pero estoy muy débil. Él me ha atado a la cama. Debes ayudarme. ¿Qué puedo hacer para salvarnos a las dos?

Él nos quiere, madre. T e quiere a ti y me quiere a mi Desea llenar el mundo con nuestros hijos.

Su madre gimió.

Estáte quieta, Emaleth. Estoy enferma.

Su madre se retorció de dolor, con las piernas y los brazos atados a los pilares de la cama.



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