La ruta del incienso by Emma Ros

La ruta del incienso by Emma Ros

autor:Emma Ros [Ros, Emma]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-02-07T00:00:00+00:00


* * *

Mudads no daba crédito a lo ocurrido dentro de palacio. La avenida se abría pacíficamente, recibiendo los aromas procedentes de los amplios jardines de aquella lujosa zona de la ciudad. La calle apenas estaba transitada por algunos esclavos sumidos en sus quehaceres, callados y serenos, y un borrico que transportaba ánforas de aceite para alguna de las villas. Pero los cantos de las aves que poblaban los árboles le parecían una algarabía desordenada, como sus propios pensamientos. Primero se había visto rebajado, sin ser recibido por el propio Arash de Ecbatana. En su lugar, había aguantado a un engreído eunuco que ni siquiera se había dignado a presentarse a sí mismo y que, por él, bien podía ser el simple guardián del harén. Y luego, Asenet… ¿Cuánta información más ocultaba?

—¿A qué ha venido eso de ahí dentro? —preguntó Mudads enfadado. La joven caminaba deprisa y a grandes zancadas. La agarró del brazo y la obligó a detenerse—. ¿Para qué quieres a Arash?

—Hay demasiadas cosas que no entiendo.

—¡Maat hará justicia!

—Pero yo quiero repuestas —repuso zafándose del hombre para seguir su camino.

—¿Dudas de Maat? ¡Estamos en el Nilo! Nuestros dioses tienen un gran poder —insistió Mudads—. Déjalos hacer y ellos te las darán.

Ella se detuvo de nuevo, retrocedió hacia él, irritada. ¿Cómo iba a creer en la justicia de los dioses si su propia diosa de la mirra había dejado que pereciera su pueblo? Los dioses egipcios no eran únicos, ni siquiera allí.

—Ahura Mazda… ¿De qué se encarga ese dios? —preguntó.

—Es un dios persa —musitó Mudads, cayendo de pronto en la cuenta. Se mantenían las instituciones egipcias porque resultaban más efectivas para la satrapía que reconstruirlo todo y se evitaban rebeliones. Pero, desde luego, el poder de los sacerdotes había menguado con el domino persa, y estos tenían su propia justicia en el reino del Nilo, por lo menos hasta que Alejandro tomara las riendas. Entonces, el viejo comerciante, tembloroso, se dio cuenta de la verdadera dimensión del asunto—. ¡Por todos los dioses, Asenet! Al nombrar a Chisise has dejado entrever que sabes lo de la conspiración. A él pueden mandarlo fuera para protegerlo, pero tú te has puesto en peligro.

Ella bajó la cabeza, con las lágrimas pugnando por salir de sus ojos.

—Lo sé, pero lo he perdido todo, Mudads. Mi pueblo, mi familia… —La joven se calló que incluso había perdido la ilusión, el refugio que él le había brindado—. Con la inminente llegada de Alejandro, su poder se debilita. Por eso he descubierto lo que sé. Si creen que quiero pactar, quizá pueda obtener respuestas antes de que lo saquen de aquí y, en caso necesario, hacer justicia por mí misma.

¿Sería capaz? ¿Aún albergaba esperanzas?



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.