La Reina Suprema by Marion Bradley Zimmer

La Reina Suprema by Marion Bradley Zimmer

autor:Marion Bradley Zimmer [Zimmer, Marion Bradley]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántica
ISBN: 9788470023910
editor: Las Nieblas de Avalon
publicado: 2009-12-11T23:00:00+00:00


Marion Zimmer Bradley Las Nieblas de Avalón

Libro II La Gran Reina

—¿Qué pasa, señora? —preguntó Balan en voz baja.

—Nada, hijo mío; pero prométeme que no te enemistarás con tu hermano Balín. Que Dios te bendiga, y también a tu hermano. Mientras cabalgaba hacia Avalón se dijo que aquella visión debía de ser consecuencia del cansancio y del miedo. En todo caso, Balan era uno de los caballeros de Arturo y en la guerra contra los sajones no se podía pretender que se librara de recibir alguna herida. Pero en su mente persistió la idea de que los dos hermanos de leche reñirían por ella, hasta que borró la cara de Balan con un gesto severo.

También estaba preocupada por Lanzarote, que había dejado muy atrás la edad de casarse. Claro que algunos hombres sólo buscaban la compañía de sus camaradas de armas. Tal vez sólo profesaba esa gran devoción por la reina para que sus compañeros no se burlaran de él.

Pero apartó a sus hijos de la mente. Ninguno estaba tan cerca de su corazón como Morgana... ¿Y dónde estaba Morgana? Tras oír las noticias de Balan, temía por su vida. Decidió enviar mensajeros a Tintagel y a la corte de Lot, por si Morgana hubiera vuelto para estar junto a su hijo. Había visto una o dos veces al pequeño Gwydion en su espejo, pero mientras creciera saludable no le prestaría mucha atención. Morgause trataba bien a los niños. Ya habría tiempo para ocuparse de Gwydion, cuando estuviera en edad de educarse en Avalón.

Con su disciplina de hierro, logró borrar también a Morgana y llegó a Avalón con el estado de ánimo de quien acaba de ser la Parca para su mejor amiga: seria, por supuesto, pero sin mucho pesar, pues la muerte es sólo el principio de una vida nueva.

En verdad había llegado el momento de entregar el mando de Avalón a una mujer más joven, limitarse a ser una de las sabias, sin cargar ya con aquel temible poder. La videncia la estaba abandonando, pero no quería renunciar a su poder sino para depositarlo en las manos de la que había preparado. Creía poder esperar a que Morgana, superado el rencor, volviera a Avalón.

«Pero si algo le ha sucedido... Y aunque no sea así, ¿tengo derecho a continuar como Dama del Lago, si me ha abandonado la videncia?»

Al llegar al lago tuvo tanto frío que, por un momento, no pudo recordar el hechizo para bajar las brumas. Luego las palabras le volvieron a la mente, pero pasó gran parte de la noche desvelada por el temor.

Por la mañana estudió el cielo. La luna estaba menguando, de nada serviría consultar el espejo en aquel momento. Con disciplina de hierro, se obligó a no decir nada a las sacerdotisas que la atendían, pero más tarde, ya entre las otras mujeres sabias, les preguntó:

—¿Hay en la Casa de las doncellas alguien que aún sea virgen?

—La hija de Taliesin —dijo una de ellas. Por un momento Viviana quedó confundida: tanto Igraine como Morgause eran ya mayores y se habían casado.



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