La Oculta by Abad Faciolince Héctor

La Oculta by Abad Faciolince Héctor

autor:Abad Faciolince, Héctor
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. S.
publicado: 2014-12-17T10:19:00+00:00


ANTONIO

La siesta terminó con un sobresalto porque volvió a sonar la campana de la iglesia; después del sermón del cura, tras el sancocho y el sueño, venía el sermón laico. Les iba a hablar don Santiago Santamaría, el fundador. Se adelantó hacia la tarima que hacía las veces de altar, se quitó el sombrero blanco de paja de iraca, aguadeño, carraspeó y empezó a hablar en segunda persona del plural, algo que todavía se usaba en aquellos días, especialmente en los discursos:

“Jericoanos de esta nueva alianza. Perdonad que un hombre de pocas luces y de pocas palabras os dirija la palabra, pero así lo ha querido mi compadre y socio en esta empresa, don Gabriel Echeverri, y los moradores que ya llevan más tiempo en estas lejanías. Doña Quiteria y yo, y todos los habitantes, os damos la más cálida bienvenida, no a este pueblo, que apenas existe todavía, sino a este sueño, a esta empresa conjunta por el futuro del Suroeste antioqueño.

”Lo primero que debo deciros —añadió sonriendo y señalando el cielo límpido y azul y la temperatura idílica del trópico a dos mil metros de altitud— es que al que no le guste el clima, está a tiempo de irse y de llegar de día a la primera posada del camino, en Palo Cabildo, o incluso hasta el trapiche de los Tejada, que allá les dan un nicho para dormir”.

Aquí hizo una pausa retórica y al ver que nadie se retiraba, siguió así: “Pues bien, si os quedáis, será para trabajar muy duro, de sol a sol y sin disculpas, con lluvia o granizo, con sol abrasador o con escarcha y rocío. En estas soledades todo está por hacerse, y lo que hay por hacer se hará solamente con la fuerza de los brazos. En este nuevo pueblo tenemos una sola cosa: porvenir. Os quiero aclarar, tanto a los laicos como a los clérigos (y aquí miró al padre Naranjito con intención), que vosotros no sois ni podréis ser mineros ni mazamorreros ni guaqueros, sino colonos. Los que quieran dedicarse al azaroso oficio de la minería pueden seguir hacia el sur, que allá sí hay minas. Dormid en el pueblo, si queréis, pero mañana mismo tomad vuestro camino de espejismos. Id a Marmato, a Riosucio, incluso al Chocó, o torced hacia el norte, a Segovia o a Buriticá (que allá sí hay montañas de oro), pero idos de aquí. Aquí no hemos venido a barequear ni a profanar tumbas. Tampoco hemos venido a conquistar, es decir, a dominar y a matar o a humillar indios. Por aquí los conquistadores ya pasaron, hace doscientos años, y ni siquiera dejaron indios qué humillar; o los exterminaron o los ahuyentaron a todos. Si los hubiera aquí, sean bienvenidos a esta misma empresa de colonizar una tierra en estado bruto. Aquí no vinimos pues, tampoco, a dominar, y menos a esclavizar: los negros o mulatos que haya aquí deben sentirse libres desde ahora mismo. He visto que por ahí han llegado



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.