La mensajera de Julieta by Lorraine Murray

La mensajera de Julieta by Lorraine Murray

autor:Lorraine Murray [Murray, Lorraine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-07T00:00:00+00:00


Capítulo 8

Caminaban de regreso al centro turístico de la ciudad después de haber apurado sus cafés y haberse despedido de los dueños de la pizzería. Jaime le prometió hacer una mención en su artículo, y confiaba en que la editora no pusiera ninguna pega.

Desde que él le confesara lo que había descubierto de su exprometida, gracias a su hermana, Allegra no se atrevía a mencionar el tema. Por eso mismo caminaba en silencio a su lado en dirección a la Piazza delle Erbe, que a esas horas permanecía casi desierta.

—Oye, si tienes que desviarte para ir a tu casa… —le dijo de repente al darse cuenta de que ella seguía a su lado.

—No, no. Tranquilo, me queda de camino. Vivo cerca de la estación del tren.

—En ese caso, no digo nada. Y es más, si no te importa, puedo acompañarte. No me apetece irme al hotel.

Aquel comentario la sorprendió. No esperaba que se lo dijera.

—Como quieras. ¿Sabrás volver?

Él se detuvo de repente para mirarla con una mezcla de ternura y calidez.

—No te preocupes. Preguntaré a alguien dónde queda la casa de Julieta. No tiene perdida. O bien, buscaré la dirección del hotel en el móvil. Hoy en día es complicado perderse.

—Cierto.

—No te he dado las gracias por la cena. Pero me sabe mal que tu amigo no me haya dejado pagar.

—No pasa nada. Es un detalle que ha tenido con nosotros. Lo cierto es que hacía algo de tiempo que no iba. Y creí que esta noche era una buena oportunidad para hacerlo porque estabas tú.

Él no supo cómo tomarse ese comentario.

—Sin duda que ha sido todo un acierto. Espero que mañana no me lleves a otro sitio de algún conocido o amigo tuyo que nos invite.

—¿Quieres que quedemos?

A él le dio la impresión de que ella dudaba al respecto de su proposición. Era lo que él esperaba.

—Bueno, esta noche me has dicho que nos quedan lugares por ver que no tienen relación con Julieta. Y que en principio no tienes nada pendiente de tu trabajo porque eres una mujer organizada. Pero si te lo has pensado y no quieres quedar, te dije que puedo recorrer Verona y visitar lo que me dé tiempo de lo que me queda por ver.

Allegra apretó los labios y asintió. Caminaba con los brazos cruzados sobre el pecho porque de ese modo evitaba que la mano de él se rozara con la suya. Le sorprendió el último comentario de él.

—No, claro que podemos quedar y seguir recorriendo Verona. No hace falta que sigas más. Vivo a dos calles de aquí. La estación del tren ya está ahí, como puedes ver. —Extendió el brazo señalando la fachada. No quería correr el riesgo de que la acompañara hasta la puerta de su casa y no fuera consciente de lo que podría suceder a continuación. Ni dejarse llevar por la situación de vulnerabilidad que él representaba. Podría aprovecharse de ella, pero no era lo que buscaba. Pasar todo el día en su compañía había sido algo… que no entraba en sus planes.



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