La mala vida by Martina Cole

La mala vida by Martina Cole

autor:Martina Cole [Cole, Martina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2011-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo setenta y dos

Peter Bailey había oído las noticias referentes a la muerte de los hermanos Daly a los pocos minutos de suceder, igual que su hermano. Peter se había asegurado bien de que toda la familia estuviera perfectamente a la vista del público mientras se producía el suceso. Era imposible relacionarlos a ellos, pensara lo que pensase la gente. Conseguirlo no había sido fácil ni barato, pero Peter en ningún momento había esperado que lo fuese.

Todo el mundo dio por hecho que si los jóvenes Daly habían sido tan severamente castigados era porque se habían metido en aquel robo sin contar con el permiso de los Bailey: era algo que nadie discutía. Hasta sus propias familias se habían visto obligadas a limpiarse la boca, a tenerla cerrada; los hermanos habían hecho caso omiso de cualquier tipo de protocolo y eso era algo que no se podía pasar por alto. La cuestión principal era que nadie sabía cuál era la verdadera razón: que habían metido a los jóvenes Bailey en sus negocios. Y por tanto resultaba imperativo que nadie pudiera descubrir que existía ese débil vínculo con la familia.

Había sido también un aviso para todos y cada uno de los Bailey más jóvenes, un aviso de lo que podía ocurrir si no seguían la línea marcada. Nadie se involucraba en ningún trabajo que antes no hubiera sido discutido y, todavía más importante, aprobado por todos. Ese era el único modo de mantenerse a salvo: cuantos menos extraños tomasen parte en las grandes decisiones, a la larga sería mejor para todos.

Peter se sentó en el sillón de su escritorio y se preguntó cuál sería el próximo movimiento de Daniel. Su hermano seguía echando chispas a cuenta de las estupideces de Noel y Jamsie, pero la opinión de Peter era que allí no había nada más que aquello, es decir, unos jóvenes que hacían tonterías pensando que así demostraban lo que valían; no había malicia en eso.

Peter se sintió viejo de golpe. Había oído, naturalmente, que Daniel estaba haciendo un trabajo estupendo con el blanqueo de dinero, y estaba impresionado por lo bien que su hermano había llevado las cosas. Tommy Barker seguía supervisando el negocio, pero la verdad es que era una pura formalidad: a Daniel se le daba muy bien. También tenía el carácter adecuado para tratar con los rusos, que en muchos aspectos eran como Daniel: unos delincuentes violentos que no sólo carecían de la más mínima educación sino que tampoco eran muy duchos en cortesía social. La verdad es que formaban un matrimonio perfecto.

Daniel, igual que le pasaba a él, estaba ganando semanalmente más dinero del que necesitaba, así que iban enseñándoles a los chicos el modo en que habían de hacerse las cosas. Los chicos todavía estaban muy unidos, y eso era muy importante porque, como familia —como los Bailey—, resultaban un equipo formidable.

El único inconveniente, por lo que a Peter concernía, era Jack, el pequeño de sus hijos. Algo le estaba ocurriendo, pero Peter todavía no sabía muy bien de qué podía tratarse.



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