La hija del diablo by Lisa Kleypas

La hija del diablo by Lisa Kleypas

autor:Lisa Kleypas [Kleypas, Lisa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-02-19T00:00:00+00:00


* * *

—«Guano peruano» —leyó Phoebe en voz alta de una lista de gastos—. ¿Se ha gastado cien libras en excrementos de murciélago importados?

El señor Ravenel, o West, que era como pensaba en él a esas alturas, sonrió.

—Si hubiera habido más, lo habría comprado.

Llevaban horas en el gabinete, pero el tiempo parecía haber pasado volando. West había contestado todas sus preguntas al detalle, sin paternalismos. Había abierto libros de cuentas, había desplegado mapas de la propiedad y de las granjas arrendadas en el suelo, y había sacado libros con títulos como Química agraria y operaciones de drenaje del suelo cultivable de las estanterías. En un principio pensaba que sería una sesión aburrida de sumar y restar columnas de números y de rellenar formularios. Sin embargo, había descubierto que la contabilidad de una propiedad consistía en mucho más que en números. Consistía en las personas, los animales, la comida, el tiempo, la ciencia, los mercados… Consistía en el futuro. Y el hombre que se lo estaba explicando se mostraba tan abierto y le apasionaba tanto el tema que incluso hacía que los métodos contables le parecieran interesantes.

La conversación se interrumpió cuando un criado les llevó una bandeja con un refrigerio de la cocina, consistente en unos sándwiches y vino frío.

—Gracias —dijo ella tras aceptar la copa de vino helado que West le ofrecía—. ¿Está permitido beber vino mientras se repasa la contabilidad?

—Le aseguro que no hay mejor forma de enfrentarse al inventario y al libro de tasación. —Levantó la copa para brindar—. Que Dios bendiga los campos.

—¿Es un brindis de agricultor?

—Es el brindis de los agricultores.

—Que Dios bendiga los campos —repitió Phoebe antes de beber un sorbo del refrescante vino. Una vez que el criado se marchó, cerrando la puerta al salir, se concentró de nuevo en la lista de fertilizantes que tenía delante—. ¿Por qué guano peruano? —preguntó—. ¿Los murciélagos británicos no producen lo suficiente?

—Sería de esperar. Sin embargo, el guano peruano es el que tiene más concentración de nitrógeno, que es lo que necesita el suelo arcilloso. —West pasó unas cuantas páginas y señaló una columna—. Mire estos campos de trigo.

—¿Qué significan todos esos números?

—Si calcula el total, esas cien libras en guano peruano nos ayudaron a aumentar la cosecha en novecientas fanegas de trigo.

Phoebe se quedó de piedra por la información.

—Quiero que todos los arrendatarios de Clare Manor tengan ese fertilizante.

West se echó a reír por su entusiasmo.

—El nitrógeno no es adecuado para todos los terrenos. Cada parcela tiene un suelo y unos problemas de drenaje distintos. Por eso un administrador se reúne con cada arrendatario al menos dos veces por año para hablar de su situación particular.

—Oh. —El entusiasmo de Phoebe se apagó enseguida, y decidió beber un sorbo de vino para disimular lo que sentía.

West la miró fijamente.

—¿Larson no se reúne con ellos regularmente?

Phoebe contestó con la vista clavada en la página que tenía delante.

—Los Larson creen que es mejor no relacionarse mucho con sus arrendatarios. Dicen que eso los anima a hacer demasiadas exigencias, y a pedir favores, y a relajarse con el pago de la renta.



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