La ciudad by Lara Moreno

La ciudad by Lara Moreno

autor:Lara Moreno [Moreno, Lara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2022-09-01T00:00:00+00:00


* * *

A las ocho de la tarde cierra la puerta, echa el pestillo interior y da dos vueltas a la llave. La llave la deja en la cerradura, porque sabe que así no podrán meter otra por fuera. Por la ventana que da al patio ya no entra luz. Baja la persiana. Se siente más protegida, extraña entre esos muros, con todo el espacio para ella sola.

No ha conseguido hacer desaparecer el olor que impregnaba la casa el día que entró por primera vez. Le dijeron que llevaba mucho tiempo cerrada, y que antes había vivido ahí un hombre, el antiguo portero del edificio. Pero hacía muchos años que ya no había portero. Por eso olía así: a viejo, a humedad y a cerrado. Aquella casa es su sueldo. Con el poco dinero en efectivo que recibe debe costearse la comida, la luz y los gastos que tenga y además debe ahorrar.

La estancia no tiene apenas muebles, aunque viniendo de donde viene es un lujo. Una sala cuadrada con un sofá de dos plazas, una mesa redonda, dos sillas, cocina de gas y fregadero, un mueble para meter los cacharros que hace las veces de encimera y un armario que se tambalea cada vez que se abre o se cierra. La sala se comunica con un habitáculo sin ventana que es el dormitorio, donde solo cabe una cama. En vez de ventana hay una puerta de chapa, siempre cerrada, que da a un segundo patio. El cuarto de baño, con plato de ducha, lavabo y váter, es independiente. Allí hay también una lavadora estrecha, de media carga. Tiene todo lo que necesita y más, en ese lugar podrían vivir al menos tres personas o cuatro. La han avisado de que no meta a nadie a vivir allí con ella, ni tampoco reciba visitas. Puede ocasionarle problemas con la comunidad. La persona que la ayudó a encontrar este milagro le proporcionó un calefactor, ropa de cama y toallas.

Su trabajo consiste en limpiar las escaleras tres veces a la semana. Dos veces, el patio más grande. Una vez a la semana, el pequeño. Cada día tiene que sacar el contenedor de la basura a la puerta de la calle, está guardado en un lateral del ascensor. No lo saca casi nunca vacío, porque algunos vecinos tiran la basura a lo largo del día. Se supone que no se puede, deberían tirarla a partir de las ocho de la tarde, cuando el cubo esté fuera. Pero es su propio contenedor de basura y hacen lo que quieren. A Horía le asombra la limpieza del barrio. Cada portal tiene su basurero, también los bares. Las calles se limpian a diario. Cuando cada mañana sale para recoger el cubo vacío, se queda mirando la plaza, sin mesas ni sillas, sin gente, con la tierra apelmazada y libre de desperdicios. Algunos niños cruzan la plaza, de la mano de su padre o de su madre, para ir al colegio. En la puerta del instituto, junto a la iglesia, se van agolpando los adolescentes.



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