La bestia de las Highlands by Andrea Adrich

La bestia de las Highlands by Andrea Adrich

autor:Andrea Adrich [Adrich, Andrea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-10-01T00:00:00+00:00


Capítulo 40

Martina tuvo que pestañear un par de veces, porque durante un nanosegundo perdió la perspectiva de todo lo que la rodeaba. Estaba inmersa en lo más parecido a un shock que había experimentado en mucho tiempo.

—Joder, era guapísimo —susurró.

Blanca le dijo en su día que la prensa rosa le había apodado «el Adonis de Londres» y razones no le faltaban, porque era como un dios griego. Igual. Era una puta fantasía.

Sus facciones eran perfectas, las pocas o muchas cicatrices que hubieran dañado su rostro serían un sacrilegio, como un lienzo de un pintor famoso al que se le tira un bote de pintura y queda destrozado para siempre.

Advirtió que detrás de esa foto había otras. Se incorporó, apoyó la primera en sus muslos y contempló la segunda.

Era en blanco y negro, y el negro del jersey se fundía con el fondo, resaltando así el rostro de Christos y la mano que tenía en la barbilla y que ocultaba parte de la boca. La cabeza estaba ladeada y miraba a la cámara directamente. Un par de mechones de pelo le caían por la frente en actitud desenfadada.

Martina miró la tercera fotografía.

En ella Christos tapaba con su mano izquierda, la que ahora llevaba siempre escondida bajo un guante de cuero, parte de su rostro, como si estuviera jugando a seducir. La línea de la mandíbula que quedaba a la vista perfilaba un ángulo perfecto y tan masculino que podía hacer babear a cualquiera que lo mirara.

La cámara lo adoraba, eso era indiscutible, pensó Martina, tratando de no boquear, porque se había quedado sin aire.

Aquellas fotos eran de estudio, estaban hechas por un profesional y a juzgar por el tipo de instantánea que era, seguro que Christos las tenía colgadas en la que fuera su casa antes del accidente.

Durante un rato pasó la mirada de un retrato a otro, hasta que llamó su atención una pequeña caja de cartón de color blanco que había al lado. Apoyó las fotos en la cómoda con cuidado y cogió la caja. Se sentó en el suelo al estilo indio y la colocó encima de sus piernas. Aferró la tapa con las manos y la quitó.

Al abrir la caja vio que eran periódicos. Cogió el primero de ellos y consultó la fecha. Eran del 17 de septiembre de seis años atrás. El día siguiente al accidente de Christos.

Desplegó el diario, que estaba doblado por la mitad, al igual que los demás, y en portada, en la esquina inferior derecha, hablaban del accidente.

«Christos Blair gravísimo tras un trágico accidente», rezaba el titular que había encima de una fotografía en blanco y negro con la imagen del coche siniestrado.

Sacó un segundo periódico. En primera plana también trataban la noticia del accidente de coche de Christos.

Se le empezaron a dormir las piernas y la tenue luz apenas le dejaba leer la pequeña letra. Cogió la caja, se incorporó y se dirigió a la mesa que estaba al lado de la lámpara.

Retiró una de las pesadas sillas de madera de roble y se sentó.



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