La autopista del amor by Susanna Barranco

autor:Susanna Barranco [Barranco, Susanna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Chick-lit
publicado: 2013-11-17T23:00:00+00:00

Más que amor, frenesí

Mi mano sobre la tuya.

Yo la acaricio

y la dejo ir.

HAIKU DEL VIAJERO XVII

De nuevo en la carretera, Uma volvió a sentir la conexión con el asfalto. El sol aún calentaba con fuerza, aunque ya hacía unas horas que había dejado atrás el cenit del cielo.

La sensación del aire en su rostro la despejó del leve sopor que había seguido a la sobremesa. La hospitalidad de la familia viticultora la había relajado y el vino había contribuido a sumirla en una dulce somnolencia. Pero su determinación de llegar a París antes del anochecer sacudió su pereza y la sacó de aquel apacible letargo.

Antes de partir, Marie la había aprovisionado con un pan de especias, un trozo de queso de cabra, crema de grosellas y, por supuesto, una botella de vino de su producción.

Aquella mujer había desarrollado hasta tal punto su instinto maternal que parecía no tener límites. Ejercía su generosidad con una seguridad tan firme que era imposible no someterse a sus atenciones. Uma no pudo evitar emocionarse. Esa matrona afable y atenta no solo había provocado su agradecimiento, sino que había conseguido despertar en ella un sentimiento olvidado durante años: el afecto incondicional que la había unido a su madre.

Quizá fuese la relativa proximidad de su destino, pero la intensidad de sus emociones se acrecentaba a medida que la distancia se acortaba. Según sus cálculos, llegaría a París en algo más de cuatro horas. Ya solo le quedaban por recorrer trescientos kilómetros.

La Vespa continuó su trayectoria a lo largo de aquel paisaje de viñedos y campos de cultivo. A lo largo de dos horas, surcó la planicie generosa de aquellas tierras que lograban arraigarse en el alma de sus habitantes.

Pasaban las seis de la tarde cuando salió de Borgoña y se adentró en una región donde empezaban a abundar las ciudades. Entre ellas, como testigos de un pasado que se resistía a morir, pudo admirar unos cuantos castillos de ensueño junto al río Loira.

No tardaría demasiado en llegar a los aledaños de París.

El sol había iniciado su descenso hacía rato, y un juego de colores rosados tintaba las escasas nubes, cuando Uma se centró en saborear los últimos sesenta kilómetros que la separaban de su meta.

Por unos momentos, logró aislarse de la vorágine del tráfico al adentrarse en la magnificencia serena del bosque de Fontainebleau. Las figuras imponentes de los robles, las hayas y los pinos se asomaban a ambos lados de la carretera impregnando el aire de una calma antigua.

Tras dejar aquel vergel de vegetación y sosiego, Uma se preparó para su entrada en la capital. Era una suerte, pensó, que dominase el francés. Los años de estudio en el Liceo la habían servido para encontrar su primer trabajo y ahora la servían para afrontar un desafío personal.

El recuerdo de su primer trabajo le trajo, inesperadamente, otro que había permanecido aletargado durante años. No solía acordarse demasiado a menudo de Víctor. A pesar de que había sido su primer novio formal, su relación con él resultó tan asfixiante que no le gustaba recordarla.

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