Kentukis by Samanta Schweblin

Kentukis by Samanta Schweblin

autor:Samanta Schweblin [Schweblin, Samanta]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-11-22T16:00:00+00:00


Regó el vivero y cortó perejil para la carne. Tardó más de lo usual, a la espera de que el topo saliera a revisar la albahaca y los peperoncinos. La puerta mosquitero nunca se abrió y al final se cansó y entró a preparar la cena. Llamó a Luca para que lo ayudara con la mesa y comieron escuchando las noticias. Cuando pasaron un pequeño informe sobre kentukis, el topo salió de detrás del sillón y se metió bajo la mesa. Era la primera vez en el día que se hacía ver; la semana anterior no había sido diferente, las cosas ya no iban bien entre ellos. Míster no había descuidado en ningún momento su responsabilidad de copaternidad, pero desde ese nefasto domingo en que Enzo intentó comunicarse con él, lo esquivaba constantemente. ¿Por qué le habría molestado tanto el mero intento de conversar par a par? ¿Realmente prefería arrastrarse por la casa como un topo en lugar de entablar algún tipo de amistad con él? Los dos estaban solos y pasaban mucho tiempo juntos, compartir unas cervezas —aunque fuera a la distancia y teléfono en mano— no le podía hacer mal a nadie. Ni siquiera podía entender qué era lo que lo enojaba tanto a él mismo. Si se sentía desilusionado o si estaba ofendido por el desaire de un aparato de treinta centímetros. Y sin embargo no podía evitar hacer lo imposible para reconciliarse, era algo insoportable. Prendía la RAI en hora para los programas que sabía que a Míster le interesaban; lo cargaba hasta la luneta del coche cada vez que iban al súper y a buscar al chico; controlaba constantemente que Luca no hubiera vuelto a esconderle el cargador. Mientras preparaba al chico para el colegio, cuando hacía la comida o cuando se sentaba a hacer un poco de oficina, estaba constantemente hablándole y haciéndole preguntas condescendientes. ¿Cómo está hoy, Míster? ¿Va a salir un rato afuera? ¿Quiere ver más televisión? ¿Quiere que le abra el ventanal? A veces se preguntaba si no estaría hablando solo. Míster solo se dirigía a Enzo para avisarle que el chico se había quedado dormido frente al televisor, que no estaba haciendo su tarea o que, incluso con la luz del cuarto ya apagada, seguía despierto, jugando en la tablet bajo las sábanas.

Y las noticias sobre kentukis, eso era lo otro que a Míster también le interesaba. Ahora en las noticias de Umbertide una reportera informaba frente al hospital estatal: una señora mayor había tenido un paro cardíaco y su kentuki lechuza le había salvado la vida llamando a emergencias. En agradecimiento, la mujer le había pedido su cuenta bancaria y le había depositado diez mil euros, pero entonces el kentuki había desaparecido, y no había estado ahí para el segundo ataque cardíaco de la mujer, que la dejó definitivamente en el otro mundo. «¿Hay parte de responsabilidad en el kentuki? —preguntó a la cámara la reportera—. Y si la hubiera, ¿qué tipo de acciones legales podían aplicarse a estos nuevos ciudadanos anónimos?».



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