Juegos de placer 1 - El juego del amor by Emma Hart

Juegos de placer 1 - El juego del amor by Emma Hart

autor:Emma Hart [Emma Hart]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788415952794
editor: Roca Editorial de Libros
publicado: 2015-04-15T22:00:00+00:00


Capítulo veintisiete

Maddie

Al salir de clase sonrío distraídamente para mis adentros. Me pego los libros al pecho y mi melena resbala hacia un lado escondiendo una parte de mi cara. Desde que ayer pasé la tarde en la playa con Braden, soy consciente de que jamás me he sentido mejor. Me gustaría decir que se debe a la combinación de sol, mar y arena, pero estaría mintiendo.

Estoy bastante segura de que él es la principal causa de mi felicidad.

—Hola, Maddie.

Kyle aparece a mi lado.

—Hola. ¿Qué tal? —Lo miro pensando, y no por primera vez, que es una pena que no lo vea como nada más que a un amigo. Aunque no está tan musculado como Braden, su ondulado pelo castaño y sus ojos marrones resultan igual de cautivadores. Es más alto que yo y no tanto como Braden, pero tiene un buen corazón y sé que algún día será un excelente novio para la chica adecuada.

¿Pero por qué lo estoy comparando con Braden?

—Bien. Oye, siento haber provocado una pelea entre vosotros el viernes. No me había dado cuenta de que Braden era tan… tan…

—¿Protector? —le sugiero con sequedad empleando las palabras de Braden.

—Sí, claro, eso.

—No te preocupes. —Le doy un pequeño empujón con el hombro—. Él es… No sé. —Me encojo de hombros.

—No me cabe ninguna duda de que lo pusiste en su sitio.

Yo esbozo media sonrisa.

—Pues claro. En seguida le recordé que era su camiseta la que llevaba y no la tuya.

—Sí. —Kyle carraspea y aparta la mirada. ¿Se está sonrojando? Espera, ¿qué?—. Bueno, tengo que irme. Nos vemos, Mads.

—Hum, ¿de acuerdo? —Frunzo el ceño mientras se aleja diciéndome adiós con la mano por encima del hombro.

—¿De acuerdo, cielo? —Braden me rodea la cintura con la mano.

—Sí. Era Kyle. Está un poco raro. —Me olvido del tema y esbozo una sonrisa.

—Kyle no está raro, Kyle es raro.

Me da un rápido beso en los labios y salimos del edificio para tomar la calle que nos llevará hasta la cafetería. ¡Qué rico!

—No. Se ha sonrojado. —Ladeo la cabeza y entonces caigo—. ¡Oh! Oh…

—¿Qué?

—Pues que cree que tú y yo lo hicimos el sábado. —Me río—. Vaya. Debe de haberse sentido muy incómodo.

—¿Por qué? —dice Braden con la voz tirante.

—No empieces. —Le doy una palmada en el pecho—. Pues porque le he dicho que yo llevaba tu camiseta. Debe de haberlo dado por hecho.

—Bien. —Se ríe y me estrecha con más fuerza—. Quizá ahora mantenga las distancias.

—Nunca me ha tirado los tejos. —Pongo los ojos en blanco—. Quizá te haya dado esa impresión, pero solo somos amigos.

—Claro, preciosa. Pero me alegro de que ahora él también lo sepa —dice con sarcasmo.

—Vaya, Bray, ¿estás celoso? —Alzo una ceja y él abre la puerta del café mirándome de reojo.

—¿De Kyle? No. ¿Por qué iba a estarlo?

—Pues yo creo que estás celoso.

—Para nada.

—¿Entonces por qué lo parece?

—¡Que no!

—Estás celoso.

—No pienso discutir por esto, Maddie.

—No estoy discutiendo —le contesto—. Solo te he hecho una pregunta que tú te niegas a contestar. Es muy distinto.

Braden le canta nuestro pedido habitual a la camarera y me pone un mechón de pelo detrás de la oreja.



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