Joe by Larry Brown

autor:Larry Brown [Brown, Larry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1991-07-01T00:00:00+00:00

* * *

La lluvia seguía sin remitir cuando volvieron a detenerse. Permanecieron un momento en silencio, con los limpiaparabrisas batiendo sombríamente el chaparrón. Joe estaba pensando que la bolsa de papel se le desintegraría antes de que le diese tiempo a recorrer cien metros. Echó el freno de mano.

—Un segundo —dijo.

Salió a ciegas a la lluvia y levantó el portón trasero cagándose en todo lo vivo y manchándose de barro los pantalones limpios al ponerse a buscar a tientas lo que tal vez ya ni siquiera estuviese ahí. Pero estaba. Su mano dio con ello y lo sacó.

—Aquí está —dijo al abrirle la puerta a Gary.

El chico salió.

—¿El qué? —preguntó.

—Vamos a ponerle esto encima. Así lo mismo no se te cae todo camino de casa.

Connie dejó la bolsa en el asiento y Joe la metió en una bolsa de basura mientras la lluvia arremetía contra su espalda. Cuando quedó bien envuelta se la pasó al chico.

—Lamento no poder acercarte más. Ahora no se puede subir por ese camino ni con un Jeep.

—¿Esto es para mí? —preguntó el chico.

Actuaba como si le costara creérselo.

—Bah, no son más que cuatro chorradas. Vendré a verte en cuanto se seque. Cuando haga bueno vamos a tener trabajo a espuertas.

No esperó una respuesta, le cerró la puerta a Connie en las narices y se dirigió al otro lado. Se puso al volante, cerró, quitó el freno de mano y metió primera. Hizo sonar el claxon y se marcharon.

El chico se quedó en mitad de la noche negra y huracanada, abrazando con fuerza la pesada bolsa mientras el mortecino ojo rojo de la camioneta se alejaba y el barrido de luz blanca que la precedía perforaba un túnel cada vez más angosto por la carretera encharcada. El agua parpadeaba ante la luz de los faros. Luego se los tragó la noche. El sonido también fue menguando hasta desaparecer. Lo último en extinguirse fue el rumor de los neumáticos. Y se quedó solo.

Alzó el rostro al cielo chorreante y el cielo le respondió. Estaba absorto. Dejó que le acribillase la cara. Nunca había visto una noche tan negra. El cielo se mezclaba con la tierra y el bosque se fundía con el camino. Pero conocía la ruta. Se dio la vuelta y comenzó a ascender por el barro.

Los arroyos bramaban rebosantes de agua oscura y furiosa. Fue parando en los puentes para descansar. El barro era denso y dificultaba la marcha con sus deportivas nuevas. Llevaba comida y nadie se enteraría si abría una lata. Pero había un muro negro de vacío cercando a su familia y su hogar, y hacia allí dirigió sus pasos, acelerando la marcha.

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