Inocencia y placer by Rachael Thomas

Inocencia y placer by Rachael Thomas

autor:Rachael Thomas
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2019-10-01T22:00:00+00:00


Lysandros se quedó en el mar hasta un rato después de que Rio se hubiese ido a la cubierta. Nadó hasta sentir que le faltaban las fuerzas, sabiendo que no podría luchar contra el deseo que sentía por ella mucho tiempo más. Fuese lo que fuese lo que había entre ambos era mucho más poderoso de lo que había sentido jamás por ninguna otra mujer y, al ver que Rio casi se hundía en el agua, la necesidad de protegerla había sido abrumadora.

Así que cuando por fin la había rodeado con el brazo solo había pensado en hacerla suya y demostrarle que no tenía por qué sentir miedo de la pasión ni del deseo.

Pero la había dejado marchar. No había confiado en él mismo. Le había prometido a Rio que la iba a respetar, que la única persona que podía iniciar algo más era ella. Le había dado su palabra y la tenía que respetar.

Cuando llegó a su lado en la cubierta ya había recuperado el control de su cuerpo y el sensual traje de baño negro estaba, afortunadamente, cubierto por un vestido largo y negro. No obstante, cada vez que cerraba los ojos volvía a verla como un rato antes.

Se dijo que la música haría que se olvidase de ella, así que puso el equipo de sonido en marcha. Se quedó de espaldas a ella mientras las primeras notas de piano empezaban a flotar en la brisa del mar. Eso lo calmaría y, además, tranquilizaría a Rio con el instrumento que ella misma tocaba. No obstante, cuando se giró hacia ella la vio más nerviosa que nunca.

–Es una de las obras favoritas de Xena –comentó, mirando a Rio con preocupación.

Deseó volver a abrazarla, pero se contuvo para que no ocurriese lo que ya le había ocurrido en el agua.

–Deberías tocarla para Xena cuando volvamos a casa –añadió, dándose cuenta de repente de que no la había oído tocar desde que estaban en Grecia.

–No voy a sentarme a tocar para Xena cuando ella no sabe cuándo podrá volver a tocar el violín –replicó ella enfadada.

Aquello extrañó a Lysandros todavía más.

–La muñeca se le curará, pero lo más importante es que recupere la memoria. Y tal vez ayude que te oiga tocar.

Rio se alejó de él. El vestido se le pegó a las piernas con la brisa del atardecer, pero Lysandros se obligó a no fijarse en eso. Rio se giró a mirarlo un momento y él volvió a pensar que le estaba ocultando algo.

–¿Qué ocurre? ¿Qué es lo que te preocupa o te asusta? –le preguntó.

Estaba muy tensa, era evidente que había algo que no le había contado. Algo importante.

–Me lo puedes contar, Rio. Sea lo que sea.

Ella se dio la vuelta, estaba pálida.

–Ese es el problema, que no puedo –dijo con exasperación.

A sus espaldas el sol estaba empezando a caer, creando una fusión de tonos naranjas en el cielo, pero Lysandros solo podía pensar en su falta de capacidad para lidiar con las emociones. No sabía qué hacer ni qué decir.



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