Hijas de Lilith: El legado de la sangre by Rafael de la Rosa

Hijas de Lilith: El legado de la sangre by Rafael de la Rosa

autor:Rafael de la Rosa
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
publicado: 2017-11-12T23:00:00+00:00


Lidia apenas había tenido tiempo de recoger el móvil, aún en modo avión, y un poco de ropa limpia antes de salir de la casa de Sandra.

La médico carecía de conexión directa con la galería de puertas y portales, así que tenían que utilizar una entrada común escondida en un parque cercano.

—Lo bueno —dijo mientras bajaba por las escaleras de un supuesto aparcamiento subterráneo— es que no hay ninguna bruja en los alrededores. En todos los años que llevo viviendo aquí jamás ha utilizado esta entrada nadie más. Estaremos seguras.

Sandra le dirigió su habitual sonrisa, calmada y serena.

El lugar podía no haber sido utilizado por brujas, pero seguro que alguno de los chicos que hacía botellón en el parque había usado aquel sitio para mear. El olor era tan fuerte que Lidia tuvo que taparse la nariz. Agradeció de nuevo su estómago de hierro, que había conseguido prevenir los vómitos incluso embarazada. Solo una buena borrachera podía con ella en ese aspecto.

Sandra roció la cerradura de la puerta de seguridad con el difusor y la abrió sin dificultad con un leve movimiento de la mano. La sangre se desvaneció con el hechizo. El pasillo oscuro al otro lado descendía en una curva cerrada hacia la derecha. Ambas se adentraron en la oscuridad.

Lidia caminaba con las manos apoyadas en la pared para guiarse. Distinguía levemente el contorno de Sandra ante ella, iluminada por la linterna del móvil que usaba para alumbrar el camino.

Al final del pasillo, una nueva puerta de madera daba acceso a la galería que ya conocía.

—Estamos casi al final, lo malo de vivir lejos del nexo —le dijo Sandra—. Pero podemos coger un atajo para llegar a la parte delantera.

En la pared de la galería, una puerta dibujada con sangre dejaba entrever las calles retorcidas e intrincadas del nexo. La imagen parecía superpuesta con la roca, irregular y deforme. Sandra la atravesó y Lidia se quedó observando la vibración que había provocado al traspasar la pared.

Dio un paso para introducirse en el umbral.

Los oídos se le taponaron y una fuerte presión en el pecho amenazó con reventarla. En cuanto hubo terminado de pasar, la sensación se desvaneció y solo dejó una leve arcada en la garganta, como si hubiese acabado de hacer deporte intenso.

—Joder, ¿se puede saber qué narices pasa con ese portal? —Lidia apoyaba las manos en las caderas mientras tomaba aire e intentaba que la sensación de angustia se le fuese de la garganta.

—Los portales permanentes son portales a medias —le explicó Sandra mientras le tendía una botella de agua, que Lidia cogió con gusto—. Los construyó Dunya, como todos los demás que hay repartidos por el mundo. Algunos hay que abrirlos con sangre de bruja, como el de la casa de Uria. Otros… Dunya usó otros métodos para crearlos y, bueno, no se cierran nunca.

—¿Y qué usó para que duela tanto pasar? —preguntó después de dar un trago tan profundo que parte se derramó por encima del poncho.

—Brujas y brujos no natos. —Sandra se giró hacia el nexo con la mirada ensombrecida—.



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