Ensayismo by Brian Dillon

autor:Brian Dillon [Dillon, Brian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-15T00:00:00+00:00

SOBRE EL DETALLE. ¿Es posible amar en general lo particular, admirar de manera universal los casos individuales? ¿Decir: no me interesa la especificidad más que en lo específico? No puedo soportar esa burda veneración académica de lo soberano particular que se declara del lado del objeto o de la materialidad a puras expensas de los objetos y los materiales. Si estás tan involucrado con las cosas —quiero decirle al ontólogo orientado al objeto y al nuevo materialista—, ¿cómo es que tu escritura es una repetición tan pálida de las tendencias teóricas de hace medio siglo y para nada la aventura rigurosa con lo discreto o lo peculiar que te imaginas que es? ¿Cómo puedes estar tan comprometido con la estidad o la aquellidad inhumana y sin embargo ser tan ajeno, tan exasperadamente lejano, cuando se trata de este o aquel ejemplo real? Una filosofía del objeto sin objetos, una materialidad sin materiales, ¿de qué le valen a nadie salvo a los inmaduros intelectuales que intentan abarcar demasiado, de quienes seguro que he sido uno?

Ahora preferiría leer la descripción más sencilla —casi nunca son sencillas, en realidad— de una cosa antes que su teorización más erudita o radical, en la que se desvanece la cosa. Excepto, excepto (por supuesto) que también quiero metáforas en las que el objeto quede ocluido en comparación con otra cosa, cualquier otra cosa. Quiero el detalle y quiero el halo de afinidades y correspondencias que lo rodean. Quiero ese punto irreducible en el espacio, aunque no puedo evitar la manera en que se activan todos los demás puntos («activan» en el sentido de que se iluminan mediante la comparación o el contraste y «activan» también en el sentido de que explotan, detonan, se liberan). El detalle es solo un detalle por lo que implica sobre el resto o por lo que absorbe dentro de sí de todo lo que lo circunda.

Es probable que resulte extraño que invoque una figura como la de la escritora irlandesa Maeve Brennan cuando intento concentrar mis pensamientos confusos sobre detalles y particularidades. Incluso aplicando un criterio generoso, Brennan fue una escritora menor cuando estaba viva —nació en 1917, se mudó a Nueva York cuando tenía diecisiete años y murió en 1993—, aunque se la ha resarcido de la ignominia de su final (alcoholismo, pobreza, enfermedad mental) y homenajeado en décadas recientes. La ficción de Brennan, ambientada casi toda en su Dublín natal, es tranquila y sobria, ideada con precisión, pero los que me encantan son sus ensayos, las obras cortas que escribió para The New Yorker entre 1954 y 1981 y que firmaba como «la señora densa». En ellas, Brennan, que no tenía ninguna ambición sociológica o ni siquiera demasiada curiosidad por Nueva York —la mayor parte de la ciudad seguía siendo un misterio para ella, aseguraba después de treinta y cinco años allí—, redactaba pequeños retratos meticulosos de la vida en las calles, los restaurantes y los hoteles residenciales de la metrópolis.

En uno de sus ensayos típicos, la señora densa

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