El tercer secreto by Steve Berry

El tercer secreto by Steve Berry

autor:Steve Berry [Berry, Steve]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2004-12-31T16:00:00+00:00


33

20:30

Michener terminó de meterlo todo en las cinco cajas que le proporcionó la guardia suiza. El armario, el tocador y las mesillas de noche estaban vacíos. Unos trabajadores sacaban los muebles, que serían almacenados en el sótano hasta que él organizara la donación.

Permaneció en el pasillo mientras cerraban las puertas por última vez y colocaban un sello de plomo. Sería más que probable que no volviera a pisar las dependencias papales. Eran pocos los que habían llegado tan lejos en la Iglesia, menos aún los que volvían. Ambrosi tenía razón: allí ya no pintaba nada. Las habitaciones no se abrirían hasta que un nuevo Papa se situara ante las puertas y se rompieran los sellos. Se estremeció al pensar que Alberto Valendrea podía ser ese nuevo ocupante.

Los cardenales seguían reunidos en San Pedro, se estaba celebrando una misa de réquiem ante el cuerpo de Clemente XV, una de las muchas que se sucederían durante los próximos nueve días. Mientras eso pasaba él todavía tenía que cumplir un último cometido antes de que finalizaran sus deberes oficiales.

Bajó al tercero.

Al igual que en las dependencias de Clemente, en el despacho de Michener se quedarían la mayoría de las cosas. El mobiliario sería requisado por el Vaticano, y los cuadros de la pared, incluyendo un retrato de Clemente, pertenecían a la Santa Sede. Todas sus posesiones —unos cuantos artículos de escritorio, un reloj bávaro regalo de cumpleaños y tres fotos de sus padres— cabrían en una caja. Todos sus destinos con Clemente le habían proporcionado las cosas tangibles que necesitaba; aparte de algo de ropa y un computador portátil no tenía nada. A lo largo de los años se las había arreglado para ahorrar una gran parte de su sueldo y, tras sacar partido de algunos buenos consejos en materia de inversión, tenía unos cientos de miles de dólares en una cuenta en Ginebra —el dinero de su jubilación—, ya que la Iglesia no era precisamente espléndida con los sacerdotes. La reforma de los fondos de pensiones había sido objeto de una detenida discusión, y Clemente estaba a favor de hacer algo, pero ahora esa tentativa tendría que aguardar al siguiente pontificado.

Se sentó a la mesa y encendió el computador por última vez. Quería comprobar si tenía algún mensaje y preparar las instrucciones para su sucesor. En las últimas semanas sus sustitutos se habían ocupado de todo, y vio que la mayor parte de los mensajes podía esperar hasta después del cónclave. Dependiendo de quién resultara elegido Papa, tal vez su presencia fuera requerida una semana o dos después del cónclave para facilitar la transición. Pero si Valendrea se hacía con el trono, era casi seguro que Paolo Ambrosi fuera el próximo secretario del Papa, con lo cual las credenciales del Vaticano de Michener serían revocadas de inmediato y se prescindiría de sus servicios. Cosa que le parecía estupenda. No haría nada para ayudar a Ambrosi.

Continuó bajando por la lista de mensajes, leyendo cada uno de ellos y a continuación borrándolo. Guardó unos cuantos, a los que añadió una breve nota para el personal.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.