El Sendero de la Venganza by Mar Álvarez

El Sendero de la Venganza by Mar Álvarez

autor:Mar Álvarez [Álvarez, Mar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción histórica
publicado: 2019-03-14T04:00:00+00:00


Angélica tuvo que esperar a que ambos llegaran a su casa. A pesar de sus temores iniciales, la mañana había transcurrido mucho mejor de lo que ella hubiera esperado. A excepción de Cristiana, los demás encuentros habían resultado más o menos pasables. Incluso volvió a escuchar el sonido de su propia risa cuando, de regreso, comentaron entre todos, la cara de espanto que había puesto Cristiana cuando Angélica la había puesto en su sitio.

Sin embargo, nada más llegar, Tanok y ella se encaminaron al lugar donde siempre podían hablar a solas y con tranquilidad. A sabiendas de que a aquellas horas la escuela estaba vacía, los dos amigos se dirigieron hacia allí con paso lento.

—¿Y bien? —le preguntó una vez que ambos estuvieron sentados.

—Bueno, para empezar, sólo puedo decirte que tu madre estuvo ayer por la tarde haciendo unas visitas muy concretas en la ciudad.

—¿Mi madre? Pero si no se separó de mí en toda la tarde… —O al menos, eso creía ella. La verdad era que, una vez que se hubo tomado la tisana que con tanto empeño su madre había insistido en que bebiera, fue presa de un sopor inusitado que la mantuvo en un continuo duermevela durante gran parte de la tarde, haciéndole perder por momentos la noción del tiempo.

—Pues lo hizo. No sé cuánto tiempo estaría fuera, pero lo que sí sé es que sus gestiones fueron fructíferas.

—Pero, ¿qué gestiones fueron esas? ¿Qué es lo que ha hecho?

—Según tengo entendido, tu madre se hizo la encontradiza con algunas de las damas más influyentes de la ciudad. Como era previsible, y atraídas como moscas a un buen trozo de carne, todas creyeron oportuno acercarse para, con mucha delicadeza, sonsacarle información, no sin antes dejar patente su pesar por la situación en la que se ha visto inmersa vuestra familia.

—Pesar… —dijo con desprecio—. Estoy segura que todas esas viejas chismosas deben estar disfrutando por el cotilleo sin importarle el dolor que podamos estar sufriendo. Sólo les importa airear los escándalos para agitar sus aburridas vidas.

—Así es, y por eso hay que saber llevar la situación al terreno que nos interesa, dándoles carnaza para que aquellas malas lenguas que tanto disfrutan del sufrimiento ajeno, puedan llegar a convertirse en tus aliadas.

—No entiendo nada, Tanok. —Se llevó las manos a las sienes y empezó a masajeárselas en círculos. Estaba empezando a fatigarse; no en vano, las últimas horas habían sido las más agotadoras de toda de su vida.

Tanok se percató enseguida de su gesto cansado, y se apresuró a concluir el relato.

—Tu madre, a través de esas chismosas, ha empezado a correr el rumor de que los hechos no son tal y como se están contando, sino que son rumores maledicentes de un hombre despechado que no ha conseguido robar el corazón de su dulce y encantadora hija mayor, y que, como venganza, se ha propuesto ensuciar tu nombre para que ningún otro hombre pueda sentir la tentación de acercarse a ti para proponerte matrimonio, pues no está dispuesto a aceptar que su amor no es correspondido.



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