El pescador by John Langan

El pescador by John Langan

autor:John Langan [Langan, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: 13insurgentes
publicado: 2018-11-12T00:00:00+00:00


XIX

Bastante antes de lo que Jacob preveía los hombres llegan a las afueras de La Estación. Aquí las obras a gran escala para arramblar con todo aún no han comenzado. Los árboles se enseñorean del camino. Las pocas casas que conforman el pueblo propiamente dicho siguen en pie, vacías pero intactas. Mirándolas, uno nunca diría que, en el plazo de un año, desaparecerán por completo y serán trasplantadas. La noche ha desplegado su oscuro manto sobre ellas. Las sombras se ciernen pesarosas sobre las casas, los jardines y los resquicios que se abren entre un árbol y otro. Cuando atraviesan La Estación y emprenden el camino que conduce a la casa de los Dort, Jacob atisba un movimiento por el rabillo del ojo. Es algo que se desliza entre los árboles a mano derecha y podría ser un ciervo si no fuera porque va demasiado rápido y no brinca, más bien zigzaguea con una soltura diferente a la de cualquier otra criatura del bosque que Jacob conozca. Como piensa que lo más probable es que no sea nada —acaso un pájaro al que habrán alterado al pasar a su lado, al que le habrán contagiado su ansiedad por tener que enfrentarse a lo que se les avecina—, sacude la cabeza y se desentiende de ello.

Cuando percibe otra vez el mismo movimiento, ahora en los árboles a mano izquierda, ya no le es tan sencillo desdeñarlo; y, a la tercera, también a la izquierda, Jacob se detiene y avizora el bosque. No llevan recorridos más de cien metros del camino, pero los árboles han formado una maraña más tupida. La oscuridad que se filtra entre ellos es más densa, casi tangible. Jacob pone todo su empeño en distinguir lo que sea que esté haciendo ese movimiento tan extraño, tan fluido. Ya saben ustedes lo que es intentar ver de noche. Los ojos identifican todo tipo de formas en las sombras, incluso cuando uno está seguro de que ahí no hay nada. Jacob observa fijamente la negrura, incapaz de saber si esas figuras desdibujadas que parecen estar danzando en algún rincón profundo de la arboleda están realmente allí. Duda de si avisar a los demás, que no se han percatado de su ausencia y ya lo están dejando atrás, pero, por no parecer un idiota, descarta la idea.

Con movimiento brusco, una de las formas blancas se coloca al borde de la línea de los árboles y sobresalta de tal manera a Jacob que tropieza hacia atrás y cae con fuerza quedándose sentado. El hacha se le escapa de las manos y deja oír una serie de golpes musicales contra las piedras del camino. Con los ojos desorbitados y el corazón a punto de salírsele por la boca, Jacob se queda estupefacto ante esa cosa que tiene delante. No es un ruiseñor eso que lo está mirando con unos ojos dorados que centellean a la luz de la luna. Un cabello oscuro se enrolla y se desenrolla alrededor de su cabeza como si tuviera vida propia.



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