El objetivo del crimen by X. R. Trigo

El objetivo del crimen by X. R. Trigo

autor:X. R. Trigo [Trigo, X. R.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga-Thriller
ISBN: 9788466658195
editor: ePubLibre
publicado: 2017-03-14T23:00:00+00:00


Los ha dejado en el coche con la promesa de que va a volver lo más pronto posible, pero Erika observa la expresión enfurruñada de los dos policías en el interior del vehículo. Tomeo ha abandonado el estrecho asiento de atrás y se ha colocado al lado del inspector Casajoana. Este fuma un cigarrillo y medita sobre todas las complicaciones que puede ocasionarle la actitud de la agente alemana. Ahora que tras el accidente de Roca parece haberse detenido toda la persecución contra su persona, no le vendría mal algo de tranquilidad. El único cabo suelto parece ser el de Moretti, pero Erika tampoco parece dispuesta a ponérselo fácil.

Solamente cuando la mujer ya ha entrado en la casa y el inspector se dispone a liar otro cigarrillo, Tomeo toma la palabra, convencido de que no podrá guardar el secreto por más tiempo.

—Tengo una información sobre el caso que todavía no he compartido con nadie —dice mientras le pone delante las notas que había tomado durante uno de los interrogatorios—. Creo que la inspectora Ernemann ya está al corriente.

—¿Cómo que ya está al corriente? —reacciona Eusebio sin prestar atención a los papeles—. ¿Qué quieres decir?

—Fue cuando nos esperaba fuera del despacho del inspector jefe. Se ve que vio mi carpeta personal del caso y leyó las notas de los interrogatorios, precisamente del día en que encontramos a Dagmar Schneider.

—¿Y qué demonios dicen esas notas?

—Si quiere se las leo.

—¡Claro! ¿A qué esperas?

Mientras el inspector Casajoana empieza a abrir los ojos desmesuradamente, Erika espera en el salón del consulado a que salga a recibirla Dora Krumm. Tal como se imaginaba, el cónsul tiene una reunión fuera de la ciudad. No volverá hasta el día siguiente, y su mujer ha salido. La situación es perfecta para hacerle preguntas a la joven sobre las extrañas fotografías.

El salón está decorado como algunas casas nobles alemanas, con delicadas flores en jarrones de cristal, muebles regios y enormes lámparas en el techo. A pesar de todo, la única iluminación viene de la pared del fondo y muchos de los objetos solamente muestran su silueta. Erika saca la Leica de la bolsa y la enfoca sobre una figura de porcelana. Sabe que la imagen resultante será una sutil línea de luz, como un dibujo ejecutado en la penumbra.

—No sé si se pueden hacer fotografías dentro del consulado.

La voz llega por el lado derecho. Maldice aquellos salones llenos de puertas y se vuelve hacia Dora Krumm. La chica lleva un vestido sencillo en apariencia, pero cuando la tiene cerca se da cuenta de que la tela exterior es seda de primera calidad. Las mejillas rosadas, el pelo rubio y perfectamente liso, los calcetines de un blanco inmaculado... Todo en ella denota su clase, como si no hubiera mácula que pudiera afectarla. Pero la agente alemana la ha visto asustada, en la academia de fotografía, cuando no sabía dónde ubicar a la nueva alumna. Sabe, por tanto, cuál es su punto más débil. No está hecha para vivir en la inseguridad.

—De



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