El Mundo De Roche by Robert L. Forward

El Mundo De Roche by Robert L. Forward

autor:Robert L. Forward
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Ciencia Ficción
publicado: 2011-01-19T23:00:00+00:00


La secuencia de imágenes de la región volcánica del polo interior pasó rápidamente por la pantalla de Richard. Se sucedían los días y las noches y los volcanes entraban periódicamente en erupción.

–La verdad es que no puedo decir gran cosa con todos estos cambios de iluminación, Jill -dijo-. Por favor, extrae los cráteres y las chimeneas y pásalos.

Hubo un segundo de pausa mientras Jill reordenaba los bits y a continuación apareció en la pantalla una versión animada de la región del polo interior a lo largo de un período de tiempo comprimido.

–¡Otra vez! – dijo Richard y la secuencia se repitió-. Vuelve a hacerlo y céntrate en estos tres -su dedo tocó la pantalla. Tres volcanes formaban una línea que apuntaba al polo norte. Jill expandió la imagen hasta que los tres ocuparon la pantalla. Primero, uno de ellos arrojaba una erupción de gas ardiente y polvo, luego empezaba a hacerlo el del medio y, por fin, el más cercano al polo interior se unía a ellos. La actividad cesaba en el orden inverso.

–Estos tres deben de estar interconectados por un canal subterráneo -dijo Richard.

–La regularidad es muy alta -dijo Jill-. La magnitud de las erupciones varía., pero siempre ocurren cada tres horas, cuando Barnard se encuentra detrás de Eau o Roche y la intensidad de las mareas es máxima.

–Si son tan predecibles podemos visitarlos entre erupciones -dijo Richard-. Fija el curso de modo que lleguemos justo después de una.

–Pero el que tengamos doce ciclos de erupciones registrados no significa que no pueda haber erupciones inesperadas -protestó Jill.

–Lo primero que haré al descender es colocar un sismógrafo y conectarte a él -dijo Richard-. De ese modo, si el volcán empieza a ponerse juguetón, oirás los truenos a tiempo de sacarnos de allí.

–Eso espero -respondió Jill con tono de preocupación.

–Confío en que aprecies ese tono de "madre preocupada" -dijo David, que había estado observando por encima del hombro de Richard y podía oír a su diablillo-. Los sicólogos pensaron que sería un buen mecanismo de seguridad, así que lo diseñé de manera que fuera "feliz" si lograba que gente como tú evitara las actividades peligrosas. Pero no fue fácil; tardé casi tres días con el sintetizador en conseguir ese tono agraviado.

–Muy astuto -dijo Richard mientras devolvía su atención a la consola.

Se aproximaron al triple volcán durante la noche. Arielle había llevado la Libélula Mágica hasta gran altitud y había sobrevolado las fumarolas de gas y cenizas para que pudieran tomar fotografías. La luz procedente de Gargantúa proporcionaba a las electrocámaras de Jill la suficiente luz para poder obtener excelentes imágenes de las chimeneas.

–Parecemos estar terriblemente altos -señaló George.

–Mujer prevenida vale por dos -dijo Arielle-. Aquí la gravedad es sólo un tres por ciento de la de la Tierra. Es fácil para esos monstruos arrojarnos una roca.

George observó la imagen de la pantalla. Había tenido problemas para leer el altímetro. Los números no correspondían a lo que él estaba acostumbrado. Finalmente lo comprendió.

–¡Esto dice ochenta y tres mil kilómetros! – dijo-. ¡Estamos



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