El libro de la sacerdotisa by Lena Valenti

El libro de la sacerdotisa by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO 16

Adam se acercó al sofá del salón donde Ruth yacía dormida. Después de ver cómo las almas pasaban por su lado y desaparecían por el portal de luz, Ruth cayó desmayada en redondo al suelo. Llevaba dormida desde entonces.

No dejaba de contemplarla. Sus labios sonreían mientras dormía, y el arco elegante de sus cejas era un imán para sus dedos. Las había repasado ya unas cien veces. Las pestañas caobas le rozaban los pómulos sonrosados. Era adorable y era también un tetris difícil de encajar en su vida.

Su padre lo había educado en contra del amor, de la debilidad. No era que estuviera enamorado de ella, ¿verdad? Era que le inspiraba sentimientos que no sabía ni etiquetar ni tener bajo control. Y él necesitaba el orden y el control, ya no sólo por él mismo, sino por Liam y Nora.

Le acercó el tazón de té verde y menta a la nariz y dejó que el vapor le llenara los orificios nasales. Ruth hizo un movimiento con ella que incluso la propia Samantha de Embrujada envidiaría.

—Mmmm… qué bien hueles, Adam —ronroneó todavía con los ojos cerrados.

Él sintió que le quemaba la piel al oír el ronco gemido que había emitido al oler el té. Sonrió al suponer que Ruth olía la menta en él. ¿Sabría que para él ella olía a melocotón?

Menta y melocotón. Muy diferentes. No encajarían nunca.

—Despierta, dormilona. —Le retiró el pelo de la cara.

Ruth buscó la caricia levantando el rostro pero recuperó la conciencia a tiempo de ver lo que hacía. Tenía un tazón blanco con té delante de sus ojos, detalle insignificante comparado con el hecho de que los dedos de Adam le colocaban un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Buenas… noches —lo saludó ella aturdida—. ¿Y los niños?

Adam podía imaginarse a Ruth desperezándose cada mañana así entre sus brazos. Pero eso no podía ser.

—Durmiendo. Han tenido un día muy largo. Necesitan descansar.

—¿Los oiremos si se despiertan?

—Yo lo oigo todo. —Sonrió señalándose la oreja—. ¿Sabes que he tenido que convencerlos de que el coche que había en la entrada de casa no era de ellos?

—¿Qué coche? ¿Mi coche?

—Sí, ese llavero que tomas por coche. Se creían que era para ellos, como es tan pequeño…

—Pobrecitos —murmuró divertida.

Se lo quedó mirando fijamente. El señor de los animales. Su Señor. Por el amor de Dios, quería que la besara, ahí mismo. Cuando hablaba de Liam y Nora, los rasgos severos de Adam se suavizaban y su mirada se llenaba de cariño. Ese hombre la cautivaba. La dejó en shock la primera vez que se vieron y él la protegió, pero ahora que podía estar más tiempo con él y que podían hablar, conversar como adultos en vez de tirarse los cuchillos y los platos a la cabeza, ya no se trataba de sentirse cautivada. Se trataba de que se le estaba colando bajo la piel, que se le metía en su sangre y que hacía que su corazón bombeara revolucionado cuando él la miraba. Y sólo llevaban dos días juntos.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.