El imperturbable Hans by Helen Grant

El imperturbable Hans by Helen Grant

autor:Helen Grant [Grant, Helen]
Format: epub
Tags: detective
editor: www.papyrefb2.net


Treinta y dos

A

hí no acabó todo para mí, por supuesto; esa noche, Herr Wachtmeister Tondorf fue a casa y pasó un buen rato repasando lo que había sucedido durante la procesión. Me alegré de que fuera él y no el policía de la cara de granito, cuya mirada impasible me hacía sentir culpable absolutamente de todo lo que a uno se le pudiese ocurrir.

Herr Wachtmeister Tondorf fue tan amable como siempre, pero era increíblemente meticuloso; lo repasó todo una y otra vez, haciendo preguntas en un tono suave, hasta que estuve demasiado cansada para responderlas adecuadamente. ¿Por qué había decidido unirme a la clase de Frau Dederichs? ¿Alguien me lo había sugerido? ¿De qué conocía a Lena Schmitz? ¿Conocía a Julia Mahlberg? ¿La había visto en algún momento de la procesión?

Mi madre acostó a Sebastian, bajó y se sentó a mi lado sujetándome la mano en silencio con el rostro inexpresivo. A las diez y media, dijo:

—Ya es suficiente. —Se levantó—. Herr Wachtmeister Tondorf, Pía tiene que dormir.

—Frau Kolvenbach... —fue todo lo que alcanzó a decir él.

—No me diga que es importante. Sé que es importante, pero no es más que una niña y está muy cansada. Mire.

Intenté aparentar que estaba prestando atención, pero apenas podía mantener los ojos abiertos.

—No estoy cansada —empecé a decir, pero lo estropeé con un enorme bostezo. Parecía que los párpados se me fueran a cerrar por su propio peso, igual que las persianas de las ventanas.

—No va a decirle nada más. Le ha hecho las mismas preguntas al menos dos veces.

—Frau Kolvenbach —comenzó a decir Herr Wachtmeister Tondorf obstinadamente—. Lamento mucho que su hija esté cansada, pero comprenda que los Mahlberg también tienen una hija. Debemos hacer todo lo posible para encontrarla.

—Ya lo sé —le espetó mi madre—. ¿Por qué no sale a la calle a buscarla?

Me desperté de repente al oír aquella grosería. Estaba acostumbrada a los arranques de mi madre, pero aun así me sorprendió su atrevimiento al decirle a un policía lo que tenía que hacer. La miré; tenía la cara demacrada, con unos surcos profundos entre las cejas y en las comisuras de los labios. De repente, parecía mayor, como una bruja.

A Herr Wachtmeister Tondorf se le borró inmediatamente su expresión paternal. Al levantarse, sus movimientos eran rígidos y formales.

—Tendré que volver mañana —informó a mi madre con frialdad.

Ella se limitó a asentir sin hacer ningún ademán de levantarse para acompañarlo hasta la puerta. Herr Wachtmeister Tondorf la miró durante unos segundos, cogió su gorra, se dirigió hacia la salida y cerró la puerta suavemente al salir.

Mi madre me llevó al piso de arriba, en silencio, y me ayudó a prepararme para irme a la cama. Su rostro tenía todavía un aspecto extrañamente arrugado, como si lo tuviera todo perfectamente controlado. Sin embargo, fue muy dulce conmigo; me cepilló los dientes mientras yo me balanceaba de cansancio y me ayudó a ponerme el camisón.



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