El guardian de los objetos perdidos by Ruth Hogan

El guardian de los objetos perdidos by Ruth Hogan

autor:Ruth Hogan [Ruth Hogan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: S2
ISBN: 9788417128654
editor: Duomo
publicado: 2018-06-11T05:00:00+00:00


En The Moon is Missing se celebraba el velatorio simbólico de un antiguo entrenador de boxeo y tratante de caballos llamado Eddy O’Reagan el Burro, que había fallecido a los noventa y dos años. Saltaba a la vista que los partícipes llevaban ya un rato largo brindando por el querido difunto, porque todos estaban muy animados, bulliciosos y sentimentales. Laura y Sarah se las arreglaron para colarse en un reservado y mientras comían salchichas a la cazuela y puré de patatas que Sarah regaba con una copa de vino tinto de la casa y Laura con una Coca-Cola light, se pusieron al corriente de sus vidas. Habían hablado brevemente al morir Anthony, pero desde entonces Sarah había estado trabajando en un caso que acababa de llevarse a los tribunales.

—¿Lo has ganado? —preguntó Laura.

—¡Naturalmente! —dijo Sarah, hurgando con el tenedor en el pastoso plato de salchichas con guisantes que tenía justo delante—. Pero no te preocupes por eso. Cuéntamelo todo.

Laura obedeció. Le contó lo del testamento y la carta de Anthony; lo del estudio lleno de objetos; lo de haberse escondido de Sunshine; lo de ser la comidilla del pueblo; y lo de Felicity.

—Hasta cierto punto es una gozada; la casa es preciosa, pero el departamento adjunto de objetos perdidos es otra historia. ¿Cómo voy a devolver todo ese material? Es una locura. Y no sé qué hacer con Sunshine, no hay la menor garantía de que la página web funcione y la mayoría de los vecinos piensan que soy una puta que solo se interesa por el dinero. Terminaré viviendo en una casa llena de ratones, telarañas y objetos ajenos hasta que cumpla ciento cuatro años, y cuando muera, tardarán meses en darse cuenta, y cuando echen la puerta abajo y me encuentren, me estaré licuando en el sofá.

—Y no por primera vez —respondió Sarah guiñándole el ojo. De repente dejó el cuchillo y el tenedor en el mantel y apartó el plato.

—Laura. Querida, encantadora, divertida, inteligente y superlativamente irritante Laura. Has heredado una mansión de narices, llena de tesoros y con un bombón de jardinero de regalo. Anthony te quería como a una hija y te confió todo lo que era valioso para él, y en lugar de ponerte a dar volteretas, estás aquí quejándote. Él creía en ti; yo siempre he creído en ti. No te escondes solo de Sunshine; te escondes de todo. Y ya es hora de dejar de esconderse y de levantar la vida a patadas. Y que se vaya al diablo lo que piensen los demás —añadió, por si acaso.

Laura tomó un sorbo de Coca light. No estaba convencida. Pero le daba terror la idea de decepcionar a otra persona que la quería.

Sarah contempló las atribuladas facciones de su amiga más querida. Alargó la mano y la apoyó sobre la de Laura. Había llegado el momento de decir unas cuantas verdades pospuestas ya demasiado tiempo.

—Laura, tienes que olvidarte del pasado. Mereces ser feliz, pero tienes que quererlo. Depende de ti. Cuando conociste a Vince



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