El final by Ian Kershaw

El final by Ian Kershaw

autor:Ian Kershaw [Kershaw, Ian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T00:00:00+00:00


8

IMPLOSIÓN

Estamos dando órdenes en Berlín que prácticamente ni siquiera llegan y mucho menos aún se pueden ejecutar. Veo en todo ello el peligro de una extraordinaria disminución de la autoridad.

Joseph Goebbels, diario, 28 de marzo de 1945

I

Berlín era en abril de 1945 una ciudad que se preparaba para la tormenta que estaba a punto de estallar. Se hicieron apresuradamente todos los preparativos posibles para intentar contrarrestar la ofensiva del este. Todo el mundo sabía que la ciudad no tardaría mucho en verse envuelta en los combates. La moral había alcanzado mínimos. Las ocasionales muestras de humor negro se entremezclaban con la aceptación fatalista de que no había ninguna salida.[1] Pero a medida que los días oscuros y aparentemente interminables de aquellos terribles meses de invierno de 1944-1945 iban dando paso a una primavera soleada y cálida, algunos berlineses hacían todo lo posible para no pensar en la guerra durante algunos efímeros instantes.

A cualquiera que pasara por el Tiergarten, el hermoso parque situado en el centro de la ciudad (aunque terriblemente dañado, ocupado por la artillería pesada y fuente de la tan preciada leña), bajo los árboles en flor y acompañado por el gorjeo de los pájaros, o a cualquiera que se asomara a los balcones de las espaciosas mansiones del Grunewald, en el oeste, a las afueras de Berlín, podía parecerle que la guerra era algo muy lejano (aunque las ruinas de algunas mansiones no tardaban mucho en recordarle la realidad). Pero, a principios de abril de 1945, las actividades que procuraban un placer efímero, aquellos momentos corrientes de la vida cotidiana en tiempos de paz, no eran más que un intento de «aprovechar el día», de aprovechar la que podría ser una de las últimas oportunidades de disfrutar antes de que se impusiera la sombría realidad.

Otros intentaban «aprovechar la noche», cuando, en los barrios del centro de Berlín, las mujeres y los soldados se entregaban a «una frenética búsqueda del placer» en los refugios, los sótanos de los edificios reducidos a escombros y los oscuros callejones entre las ruinas. Los saqueos y los robos eran corrientes. Pese a las duras sanciones, el mercado negro de alimentos prosperaba y se podía encontrar prácticamente cualquier bien material. Muchos recurrían al alcohol, incluido el robo de suministros médicos, para olvidar el miedo a lo que les aguardaba.[2]

Cualesquiera ilusiones que aún pudieran tener, se desvanecían rápidamente. Y, en cualquier caso, solo un pocos podían compartirlas. La mayoría estaban agotados por la inquietud y las preocupaciones e intentaban hacer frente a las graves privaciones de la vida diaria. En cuanto a la ciudad, como todas las demás grandes ciudades del país, estaba profundamente marcada por la guerra, tanto en su aspecto físico como en la psicología de sus habitantes. De hecho, la principal característica del aspecto exterior de Berlín no era el centro de la ciudad devastado, las fachadas desiertas, los cráteres de las bombas, los edificios en ruinas que ya no eran más que armazones, sino el vacío: la ausencia de tráfico y de personas en las calles, las tiendas sin productos y las casas sin muebles.



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