100 historias secretas de la Segunda Guerra Mundial by Jesús Hernández

100 historias secretas de la Segunda Guerra Mundial by Jesús Hernández

autor:Jesús Hernández [Hernández, Jesús]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2008-04-22T16:00:00+00:00


Capítulo 5

Personajes singulares

Aunque para algunos teóricos el devenir histórico lo conforman casi en exclusiva los procesos sociales y económicos, siendo los individuos tan sólo la consecuencia y el mero reflejo de esos condicionantes, para otros la Historia no sería la misma sin la participación activa de las personas. Para entender la Segunda Guerra Mundial es necesario conocer la realidad en la que ésta tuvo lugar, pero no hay duda de que, sin la iniciativa personal de algunos individuos, ésta hubiera sido muy diferente.

Se ha estudiado ampliamente la influencia en el conflicto que tuvieron personalidades del calibre de Hitler, Churchill o Stalin, así como de los principales líderes militares, pero fueron muchos más los hombres y mujeres que, anónimamente, lograron pequeños pero sustanciales cambios en el desarrollo de la guerra. Algunos de ellos consiguieron confundir al enemigo, u obtener una información preciosa, pero los que merecen más nuestro respeto y admiración fueron aquellos que pusieron en riesgo sus carreras y sus vidas con el objetivo de salvar vidas humanas, sin esperar a cambio ningún reconocimiento. Gracias a la información que ha ido apareciendo desde el final de la contienda, ahora podemos honrar su memoria.

Albert, el hermano bueno de Göring

Aunque resulte sorprendente, Albert Göring, el hermano pequeño del mariscal del Reich, Hermann Göring, era un activo opositor al régimen nazi. Fue arrestado en varias ocasiones por la Gestapo, librándose de mayores consecuencias gracias a la correspondiente y oportuna intervención de su hermano mayor.

Albert, nacido en 1900, llegó a ser un hombre de negocios de éxito, y fue nombrado director de exportación de la empresa Skoda cuando Checoslovaquia fue anexionada por el Tercer Reich. Durante la época nazi ayudó a muchos judíos a escapar de los horrores del Holocausto, falsificando la firma de su hermano en salvoconductos de viaje. La esposa judía del compositor Franz Lehar fue una de las personas a las que Albert ayudó. Durante su estancia en Checoslovaquia llevó a cabo pequeñas acciones de sabotaje en su propia empresa, que era utilizada para fabricar armamento, y mantuvo una relación fluida con los opositores checos a la ocupación nazi.

Se conocen valientes gestos de solidaridad de Albert con los judíos. Por ejemplo, en una ocasión, caminando por la calle, se topó con un grupo de judíos que estaban siendo obligados a limpiar la calle con cepillos de dientes. Albert se puso también de rodillas y comenzó a realizar esa humillante tarea. Cuando un oficial de las SS exigió ver su documentación se quedó de piedra al ver su apellido; Albert le confirmó su parentesco con el Reichsmarschall, por lo que el oficial prefirió permitir a los judíos que se marchasen para evitarse complicaciones innecesarias.

Tras la guerra, Albert fue investigado por las autoridades aliadas, pero el testimonio de aquellos a los que ayudó le libraron de ser juzgado. Sin embargo, fue entregado a las autoridades checoslovacas, aunque de nuevo quedó libre tras conocerse sus actividades antinazis. Regresó a Alemania, aunque su parentesco directo con el que había sido número dos del régimen le ocasionó muchos inconvenientes en sus intentos por abrirse paso en la nueva realidad de su país.



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