El Cuarto Mono by J. D. Barker

El Cuarto Mono by J. D. Barker

autor:J. D. Barker [Barker, J. D.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2018-06-01T04:00:00+00:00


42

Porter

Día 2 – 4:58

Porter encontró un sitio para aparcar a tres manzanas de su apartamento y echó a andar hacia su edificio. Había estado sentado ante la casa de Talbot durante la mayor parte de la noche, y, aparte de Carnegie, que llegó dando tumbos poco más allá de las dos, no hubo movimiento. Ni el menor rastro de Talbot.

Tanto Clair como Nash le habían llamado ya; las partidas de búsqueda no habían encontrado ningún rastro de Emory, ni en el edificio de Ediciones Mulifax ni en las obras de Moorings Lakeside.

Callejones sin salida.

Había seguido leyendo el diario en su puesto de vigilancia en casa de Talbot: tampoco dio fruto alguno, seguía divagando sobre la infancia. Porter estaba empezando a pensar que aquello no era más que una novela inventada con el único objetivo de hacerle perder el tiempo.

Otro callejón sin salida.

Emory estaba perdida ahí fuera, y ellos no tenían nada.

Al llegar ante su edificio «seguro», Porter se encontró la puerta abierta de par en par y golpeando al viento. Había también una buena pila de excrementos frescos de perro al pie de los escalones, sin duda del pitbull del 2C. No culpaba al perro, pero no tendría el menor problema en coger al dueño y restregarle en ellos la cara regordeta que tenía si se lo encontraba allí fuera a solas. Todo el edificio sabía que el tío dejaba que el perro hiciera sus cosas allí mismo, en aquel lugar; y también sabían que el hombre jamás lo recogía.

Carmine Luppo.

Aquel antiguo vendedor de bañeras de cincuenta y tres años se tiraba todo el día sentado jugando a los videojuegos, y solo salía del edificio el tiempo necesario para cobrar su cheque por incapacidad laboral, reponer sus existencias de cecina de ternera y conseguir que su adorable perrito se cagara al pie de los escalones de la entrada.

El mes anterior, seis de los vecinos hicieron turnos para intentar cazarlo con las manos en la masa y, aun así, él consiguió esquivarlos a todos. Tenía el aspecto de pesar ciento ochenta kilos, o sea que no era precisamente alguien que se moviera con sigilo, pero, sin saber muy bien cómo, aquel montón de caca de perro aparecía como salido de la nada.

Ahora hablaban de instalar una cámara.

Porter sugirió que comprasen el dominio www.cacadeperrotv.com y lo retransmitiesen en directo, que quizá podrían cobrar por los anuncios.

Metió la llave en su buzón, sacó el montón de cartas y las fue pasando rápidamente. Tres facturas, publicidad de una tintorería y la Guía TV.

Se desprendió de todo menos de la Guía TV. Le encantaba. Nunca veía la tele, no le hacía falta: todo cuanto necesitaba lo obtenía de aquella revista. En lo que a él se refería, la tele perdió su lustre cuando cancelaron la serie El increíble Hulk en mayo de 1982. Acabó resultando un poco más difícil subir los tres tramos de escaleras que bajarlos, y se encontró casi sin aliento cuando por fin llegó ante su puerta. Heather era vegana, y le juraba que, si cambiaba de dieta, perdería algo de peso y recuperaría energía.



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