Dragones de agua by Ana Galán

Dragones de agua by Ana Galán

autor:Ana Galán [Galán, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO 6

¡PELIGRO INMINENTE!

Un dragón amarillo volaba haciendo círculos por encima del patio del castillo con sus grandes alas extendidas. En la montura que tenía en el lomo iba sentado un joven con un casco de caballero que observaba lo que estaba pasando abajo.

¡Era Arco! ¡Su amigo había acudido en su ayuda!

—No mires hacia arriba —le susurró Cale a Mayo—, pero Arco está aquí.

Instintivamente, Mayo levantó la vista y soltó un grito de sorpresa. Uno de los chicos que estaba a su lado la oyó y miró en la misma dirección para ver qué había descubierto.

—¡PELIGRO! ¡INTRUSOS! —gritó el chico.

En unos segundos, el lugar se convirtió en un verdadero caos.

—¡ALARMA! —exclamó otro.

—¡TODOS A SUS PUESTOS! —ordenó alguien desde un torreón.

El grupo que estaba en la plaza se dispersó. Los chicos corrían desesperados a esconderse bajo los arcos del primer piso. Se movían en todas direcciones, empujándose unos a otros y buscando un lugar donde refugiarse. Cuando alguno se caía al suelo, los demás le pasaban por encima y lo pisaban sin ninguna compasión. Los gritos de alarma continuaron.

—¡A CUBIERTO! ¡TODOS A CUBIERTO!

Una chica que corría apresurada se tropezó con otra que estaba detrás de una columna y ambas rodaron por el suelo. En lugar de levantarse, la segunda enganchó a la primera por el pelo y esta se defendió arañándole la cara como si fuera una gata salvaje.

Mofeta las vio.

—¿Qué hacéis? —retronó—. ¡Vamos, levantaos!

Las chicas siguieron enzarzadas en su pelea e ignoraron la orden. Mofeta tiró al suelo con rabia a la cría de dragón y se dirigió hacia ellas dando grandes zancadas.

¡Era el momento que Cale estaba esperando!

—¡Rápido, coge al dragón! —le dijo a Mayo—. Yo te cubriré.

Mientras Mofeta intentaba separar a las chicas, Mayo se acercó a la cría de dragón y se arrodilló a su lado. El pobre animal estaba temblando de miedo cerca del pozo. La muchacha intentó calmarlo.

—Ven, no te haré daño —le susurró. Con mucho cuidado, acercó una mano y le acarició la cabeza. La cría retrocedió asustada con una expresión de terror en los ojos.

Cale se puso delante de Mayo, con los puños en alto, listo para defenderla si alguien la descubría. Observó a Mofeta que seguía intentando separar a las chicas. Después miró a su alrededor. La mayoría de los chicos se había metido en las salas que había detrás de los arcos. Ahora, Mayo y él eran los únicos que quedaban en el patio. En el segundo piso, un grupo se preparaba para el ataque. Entre varios empujaban hasta el borde de los arcos unas catapultas rudimentarias mientras que otros cargaban pedruscos y los apilaban cerca de las estructuras de madera.



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