Cordero by Christopher Moore

Cordero by Christopher Moore

autor:Christopher Moore
La lengua: spa
Format: epub, mobi
ISBN: 978-84-9800-600-1
editor: Factoria de Ideas


18

He salido y me he mezclado con vosotros, he comido, y he hablado, y he caminado, caminado y caminado sin tener que dar media vuelta a causa de algún muro que se interpusiera en mi camino. El ángel me ha despertado esta mañana y me ha entregado ropas nuevas, curiosas al tacto, que no a la vista (ya las conocía por la tele). Unos vaqueros, una sudadera, unas zapatillas deportivas, además de calcetines y calzoncillos bóxer.

—Póntelo. Te saco a pasear —me dijo Raziel.

—Como si fuera un perro.

—Exacto. Como si fueras un perro.

El ángel también llevaba el atuendo americano moderno, y aunque seguía siendo extraordinariamente apuesto, se lo veía más incómodo que si le hubieran clavado la ropa al cuerpo con lanzas ardientes.

—¿Dónde vamos?

—Ya te lo he dicho, a la calle.

—¿De dónde has sacado estas cosas?

—He llamado a recepción y Jesús las ha subido. Hay una tienda de ropa en el hotel. Vamos.

Hemos salido, Raziel ha cerrado la puerta y se ha metido la llave de la habitación en el bolsillo, junto al dinero. Yo me preguntaba si era la primera vez que tenía bolsillos. A mí no se me hubiera ocurrido usarlos. No he pronunciado ni una palabra mientras bajábamos en ascensor hasta el vestíbulo y abandonábamos el edificio por la puerta principal. No quería estropearlo, decir algo que hiciera reaccionar al ángel y le devolviera la cordura. El ruido de la calle me ha parecido glorioso: los coches, los martillos hidráulicos, los dementes que hablan solos... ¡La luz! ¡Los olores! Es posible que me encontrara conmocionado cuando llegamos por primera vez desde Jerusalén, porque no recordaba que todo fuera tan vivido.

Me he puesto a dar saltos por la calle, y el ángel me ha agarrado del hombro. Sus dedos se han clavado como garras en mis músculos.

—Sabes que no puedes escapar, que si corres te atraparé y te partiré las piernas, y entonces ya no podrás correr nunca más. Sabes que incluso si lograras escapar unos minutos, nunca podrías ocultarte de mí. Sabes que puedo encontrarte, como ya encontré una vez a todos los que son como tú. Todas esas cosas las sabes, ¿verdad?

—Sí, suéltame. Y sigamos caminando.

—No soporto caminar. ¿Has visto alguna vez a un águila mirar a una paloma? Pues así me siento yo contigo y con tus ganas de caminar.

Supongo que debería aclarar a qué se refería Raziel cuando ha dicho eso de los que son como tú. Según parece hizo algunos trabajos como Ángel de la Muerte hace siglos, pero fue relevado de sus tareas porque no se mostraba particularmente dotado para ellas. Él mismo reconoce que le perdían las historias truculentas (tal vez por eso le gusten tanto los culebrones). En cualquier caso, cuando leemos en la Tora que Noé llegó a vivir novecientos años, y que Moisés vivió ciento cuarenta, pues eso, ¿a que no sabéis quién dirigía aquello de «desprenderse de la envoltura mortal»? Ahí fue donde adoptó aquel aspecto, aquellas alas negras de las que he hablado antes. Aunque lo echaron, le dejaron quedarse con el traje.



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