Contrato con un multimillonario 4-6 by Janica Cade

Contrato con un multimillonario 4-6 by Janica Cade

autor:Janica Cade
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Erótico, Romántico
publicado: 2016-09-03T23:00:00+00:00


Capítulo 4

Me estaba arrastrando a la pista de baile antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando. Intenté seguir el ritmo de las largas y viriles zancadas de Jake, pero mis pequeñas piernas no tenían nada que hacer. Me ardían las mejillas mientras trotaba tras él con los Jimmy Choos, intentado seguir su paso. Después de abrirse paso entre la multitud, se detuvo de golpe en medio de la pista de baile.

Estaba sin aliento.

Tiró de mí con fuerza hacia él, chocando nuestros cuerpos entre sí.

Mis caderas se chocaron con la parte alta de sus muslos y mi cabeza rozó su barbilla hasta que di con la nariz en su pecho sólido como una roca. Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas mientras me agarraba el puente de la nariz.

―¡Ay, me has hecho daño!

Me sostuvo las mejillas con las manos y me examinó la cara. Me miró con seriedad; se le hinchaba la nariz al dar profundos respiros.

―Sobrevivirás.

Sentí que el enfado me corría por las venas, invadiendo todo mi cuerpo. Quería estrangularlo. Era un adulto comportándose como un adolescente inmaduro y tenía el descaro de restarle importancia como si su comportamiento irresponsable no me afectara. Le di un golpe en el hombro.

Ese acto violento lo dejó desconcertado. Me miró con furia, frotándose la zona donde le acababa de dar. Gruñó.

―Me has hecho daño, joder.

Levanté el puño, preparada para darle en el pecho, exactamente en el mismo lugar en el que me había golpeado la nariz.

Me agarró la muñeca en el aire.

―Para, mujer ―me ordenó en un tono acorde a mi enfado―. Ha sido sin querer y no habría pasado si hubieras estado prestando atención en vez de pensando en mi primo.

Me hervía la sangre. El enfado había ido aumentando en los últimos siete días al fingir que yo no existía y ahora estaba furiosa. Me puse las manos en las caderas, recibiendo con agrado la ola de ira que se apoderó de mí. A la mierda el dinero. Quería justicia.

―No puedes tratarme como una mierda toda la semana y luego aparecer y arrastrarme de un sitio a otro como si fuera tu mujer de las cavernas.

Por suerte, no había nadie prestándonos atención y no oyeron las duras palabras por encima de la música.

Bajó la mirada y me recorrió el cuerpo con los ojos. Me tiró de la muñeca para acercarme más a él.

―Cambia ese tono o te daré en el culo como si no hubiera mañana ―me advirtió con voz baja y gélida.

Sentí que mi rostro enfebrecía y el estómago me dio un vuelco. Pensar en que me azotara de nuevo me hizo sentir una deliciosa sensación entre los muslos. Aparté los ojos de los suyos para que no viera cuánto me habían afectado sus palabras. Mierda. Estaba en mitad de una pelea con ese hombre y lo único que podía pensar era en tenerlo entre las piernas, follándome sin parar hasta gritar a voz en cuello su sensual nombre.

Di un profundo respiro para controlarme.

Cerró los ojos y los volvió a abrir.



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