Con amor, tu hija by Jorge Alberto Gudiño Hernández

Con amor, tu hija by Jorge Alberto Gudiño Hernández

autor:Jorge Alberto Gudiño Hernández [Gudiño Hernández, Jorge Alberto]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


La emoción inicial pronto se volvió rutina. El descubrimiento de un cuerpo joven y terso le maravilló, pero pronto tuvo la necesidad de un amante masculino. La rudeza en el trato y la tosquedad también tienen sus adeptos. Hay olores que generan respuestas más contundentes que el tibio páramo de una piel humectada con olores herbales. Si bien es cierto que Antonia le seguía atrayendo y que había logrado establecer un lazo emocional cercano al cariño, Emily necesitaba de un hombre y una independencia mayor de la que le ofrecía su amante. El problema era que no encontraba las palabras para comunicárselo. Sabía que iba a lastimarla, que no había forma de que terminaran bien las cosas. Lo que para Emily fue un aprendizaje valioso que bien podría poner en práctica en un futuro, para Antonia era un enamoramiento feroz, arrebatado.

Las manifestaciones eran múltiples y continuas. A la relativa frialdad y las evasivas, Antonia respondía con mimos y regalos no correspondidos. Emily, quien en otras relaciones se había deleitado siendo cruel con sus amantes, descubrió que no podía actuar del mismo modo con ella: era demasiado vulnerable y, en realidad, no había hecho otra cosa sino procurarla. Decidió que lo mejor sería terminar de golpe, sin ambages. Preparó su territorio lo mejor que pudo. Citó a Antonia en un tranquilo café para no enfrentarla en su casa. También armó una gran bolsa con las pertenencias y los regalos para acallar cualquier intento de chantaje. Todo su plan se vino abajo en el instante preciso en que Antonia se presentó en su departamento, unas dos horas antes de la cita. Tal vez fuera la intuición brillante de su feminidad la que la llevó a atajar el golpe antes de que se produjera; algo a lo que Emily no estaba acostumbrada. Antonia traía con ella uno de los cuadros comprados en la galería. Estaba enmarcado con sencillez, evitando opacar el efecto pictórico. En la parte trasera, una breve dedicatoria: “Al amor de mi vida”.

—Lo siento, me lo acaban de entregar y no pude aguantarme las ganas de traértelo. ¿Buscamos dónde colgarlo?

Esa tarde terminaron en la cama tras haber probado múltiples ubicaciones. Ninguna las convenció y el cuadro quedó reclinado entre dos sillones mientras ellas se desvestían con prisa. Emily fue violenta al principio, cosa que excitó mucho más a Antonia. Entonces se rindió a la evidencia del placer. Aun así, arrollada entre las sábanas, con la joven desnudez dormida a su lado, supo que sólo tenía una salida: huir.

—El pretexto ideal para hacerlo era la visita que te hago todos los años —continúa en un tono neutro, como si se tratara de la vida de alguien más.

Por eso no me avisó sino hasta la última hora que vendría acompañada, acoto a la narración en voz baja.

Cuando Emily se lo comentó a Antonia fue testigo de cómo un sentimiento puede instalarse de golpe en un rostro. Su belleza jovial se opacó al tiempo que un velo de tristeza cubría su cara. Era otra, por completo desconocida.



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