Coche by Harry Crews

Coche by Harry Crews

autor:Harry Crews [Crews, Harry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1972-12-14T00:00:00+00:00


OCHO

—Vale, no lo hice a propósito —⁠dijo Easy Mack malhumorado.

—Aun así el señor Edge está muy cabreado —⁠dijo Mister⁠—. Su mujer estaba entre el público. Su hija había venido con su novio y todo. ¿Y qué haces tú? Le vomitas en los zapatos. ¿A ti cómo te sentaría eso?

—Ya te he dicho que no lo hice a propósito. No pude evitarlo.

—Ya lo sé, papá. El médico dijo que fue simpatía.

—Chorradas. ¿Simpatía? ¿Qué demonios significa eso?

—Simpatía fue lo que dijo —⁠dijo Mister⁠—. De tu estómago por su estómago. Como si te lo fueses a comer tú.

—Cielo santo —dijo Easy Mack. Le subió el disgusto por la garganta. Le entraron arcadas.

—¿Estás bien?

—No. No estoy bien. Y no voy a volver a estarlo nunca.

Estaban hablando en la suite que Mister le había logrado sacar al señor Edge en la misma planta que Herman. Las habitaciones daban a la calle, por lo que podían ver el tráfico y la multitud que se apelotonaba frente al hotel y hacerse una idea de cómo iba el tema en la taquilla. Las entradas del primer mes se habían agotado enseguida. Los de la reventa se estaban haciendo de oro con el pase de las nueve y media. En cuanto se extendió por Jacksonville la noticia de que el chico de los Mack «ya había empezado a comerse el Maverick», la venta de entradas se disparó. En menos de dos horas se agotaron las entradas del primer mes y Mister, desde la habitación en la que estaba hablando con su padre, no podía despegar los ojos de la cola de gente que se perdía en la distancia.

—Ojalá no hablases así. Mira ahí abajo —⁠dijo Mister señalando la calle.

—Ya lo he visto —dijo Easy con la voz de un hombre al que le acaban de informar de que su enfermedad no tiene cura.

—Es nuestra oportunidad —dijo Mister⁠—. Tú siempre has dicho que el día menos pensado se nos presentaría la oportunidad y que vendría montada en un coche. Pues bien, ya está aquí y yo pienso montarme con ella hasta donde nos lleve.

Easy Mack deseó poder decir algo, pero no pudo. Él, en efecto, había dicho que los coches les salvarían. En la época en que Junell, Herman y Mister no eran más que unos renacuajos y su madre aún vivía, él había proclamado que América era un motor V8 impulsado por gasolina y refrigerado por agua, y que pertenecía a los hombres nacidos para el volante. Lo creyó durante todos los años que estuvo trabajando como chapuzas a la sombra de un árbol, lo creyó cuando obtuvo el puesto de encargado en el concesionario de coches nuevos de Waycross, Georgia, y lo siguió creyendo cuando aprovechó la oportunidad y compró las diecisiete hectáreas para montar Auto-Town, aunque hoy en día un coche desguazado, empaquetado y entregado a la gabarra, no salía a más de un centavo por kilo.

El Ford Maverick de abajo costaría en el concesionario cerca de dos mil dólares; desguazado (Easy hizo una pausa y tecleó mentalmente las cifras), desguazado poco más de once pavos.



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