Cinco historias del mar by Josep Pla

Cinco historias del mar by Josep Pla

autor:Josep Pla [Pla, Josep]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1987-12-12T00:00:00+00:00


* * *

7 de octubre. Hemos pasado el día en l’Escala, sin pena ni gloria. El otoño va avanzando lentamente, como una convalecencia. Todo se vuelve más fino. Ha hecho un día gris: cielo blanquecino, y opaco, aire de perla, el mar de un azul pálido, casi verde, sobre cuya superficie se dibujan las grandes olas muertas. El golfo de Roses, en gris, en perla, es un espectáculo de una suavidad exquisita, de una indescriptible belleza. Los horizontes se pierden en una neblina de una palidez azul, en la cual las montañas se dibujan inciertas, ingrávidas, de color malva y violeta. Sobre el llano flota el humo perezoso del otoño. Las chimeneas del pueblo echan humaredas blancas y delgadas que se disuelven en el cielo apagado con una morosidad indiferente, lenta.

Paso a paso, dando una gran vuelta por las calles, me encamino al Ayuntamiento, junto al cual Vadoret Sala, el calafate, tiene su establecimiento. L’Escala es una población de color de arenisca. No tiene mucha amenidad, está algo abandonada: es una mezcla de población pescadora y de población payesa. Al lado de una mujer que arregla una red, hay otra descascarando alubias. Todo es un tanto pobre, afilado, destemplado, mineral y arenoso.

Vadoret tiene dos o tres clavos en la calle. Entre estos clavos hay una cuaderna. Quiere curvar ligeramente esta cuaderna. Enciende una pequeña lumbre, de viruta, junto al madero. El fuego crepita y llamea, claro y alegre. La madera, que es de pino, ligeramente chamuscada, llena el aire de un perfume delicioso. A dos pasos del calafate, un mozalbete, con una brocha, echa alquitrán caliente a la vieja quilla de una embarcación. La mezcla del olor del alquitrán con el perfume de la leña de pino es exquisita. El aire queda graso de perfume y todo parece quedar impregnado de él. A veces, sobre el patio del taller, vuelan, chillando, gaviotas y golondrinas de mar.

Vadoret trabaja en silencio. Es un hombre más bien seco de palabras. Hoy parece más seco que cualquier otro día. Le agradezco el silencio. Para mí hoy es más un día de estar en Babia que de conversar. No puedo concentrarme: me siento distraído y disperso. Siento la fatiga de un exceso de aire libre.

De regreso al puerto, me encuentro a doña Caterina Albert. La saludo respetuosamente. Con el cabello cortado a la garçonne, los ojos aterciopelados y vivísimos (la palidez que da el trabajar de noche), pequeña, vestida con sencillez —⁠una joya en el pecho⁠—, la encuentro más alerta que en cualquier otro momento. No intento hablarle de cosas literarias: siempre que lo he intentado he tenido que dejarlo por imposibilidad de romper la modestia incorruptible de esta señora. Víctor Catalá es el escritor más modesto que existe. Pone en la conversación una feminidad muy agradable, casi un punto de volubilidad, pero a veces he llegado a pensar si esta volubilidad no es mera y superpuesta superficie. Siempre me ha parecido que bajo esta superficie hay una tenacidad rara, un punto de dureza. Es



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.