Cartas Olor a Lavanda by Carmen Calero

Cartas Olor a Lavanda by Carmen Calero

autor:Carmen Calero [Carmen Calero]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Salud; familia y desarrollo personal, Familia y relaciones, Romántica
ISBN: 9788416611799
Goodreads: 29982267
editor: Punto Rojo Libros
publicado: 2015-12-22T05:00:00+00:00


Me encantaban las tormentas de agosto. Me encantaban. Colgué y me puse con el ordenador a enviar unos mails del trabajo, y se empezó a desatar una tormenta al otro lado de mi ventana abierta. Me senté en el borde y dejé que la suave brisa que estaba apretando acariciase mi rostro. Me quedé allí parada unos segundos, segundos en que asomé mi cara y las gotas salpicaban mi mejilla, mis ojos, fueron unos segundos, quizás un par de minutos, con los ojos cerrados, disfrutando del momento, de paz... Y continué trabajando. El sonido de los truenos acompañaba al de las teclas del ordenador y el olor fabuloso de la lluvia lo impregnaba todo. Relámpagos, de momento no había ninguno. El mes de agosto siempre me había parecido especial, días largos hasta que se cansan y se apagan despacio, calor, brisa alegre y esa sensación de que lo mejor está por venir, que aún tenemos tanto por delante para vivir... Primer relámpago.

Empezó a llover con una fuerza que podría dar miedo. Parecía como si limpiara el ambiente de la carta de grises del invierno y diera la bienvenida a la luz y a la magia y el brillo del color. O quizá no hubiera noche, ni tormenta, ni rimas, ni poemas inspirados... y todo eso fuera un sueño difícil de descifrar. Otro sueño raro más.

Me sentía muy confundida. Las noches se me hacían algunas veces eternas. ¿Qué o quién hace que una pareja marche bien para siempre? A veces tú, a veces la otra persona, la mayoría de las veces ninguno de los dos. Entonces, todo depende de las circunstancias? Depende de que las dos personas crezcan en el mismo sentido y dirección. Tenía claro que si Adrián continuase con ese tipo de vida que estaba llevando lo dejaría, muchas veces sentía que no estaba enamorada de él. Sentía que mi corazón se iba endureciendo por momentos, hasta convertirse en piedra. Y eso no me gustaba. Prefería notarlo relajado, bombeando tranquilo. Parecía una locura pero lo vivía así.

Antoine me envió un mail que vi en el trabajo. Shui pasaba dos días fuera y se preguntaba si querríamos ir con él a cenar a pasear o lo que nos apeteciera. Y por supuesto le dije que sí, pasaban los días y las semanas y sólo nos habíamos visto una vez. Yo no esperaba más debido a su situación, para nada quería que se sintiese obligado o forzado a tener que quedar conmigo, o sintiera que tenía que protegernos ni nada parecido. Inés declinó el ofrecimiento.

―Así podréis hablar de vuestras cosas. Yo me quedo aquí más tiempo cuando tú marches. Ya tendré tiempo de que nos veamos, de hacer algo con él.

―Sí, tienes razón. Está muy perdido, y ella realmente le importa.

―A ti Adrián también, ¿no?

―Sí, pero creo que yo me hago la idea mejor de que puede que esto acabe. Me gustaría levantarme una mañana y darme cuenta que mi vida es junto a la persona con que deseo estar y amo, sentirme amada y enamorada, seguir con mis proyectos y que todo fluya fácil.



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