Cómo no hacer nada: resistirse a la economía de la atención by Jenny Odell

Cómo no hacer nada: resistirse a la economía de la atención by Jenny Odell

autor:Jenny Odell [Odell, Jenny]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Autoayuda
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00


Conocedor de mi costumbre de alimentar pájaros, Shoptaw me hizo notar que el verso que dice «Como quien ve el peligro, con cautela», está expresado de un modo que tanto puede referirse al pájaro o a quien relata la escena y le ofrece una miga. Para explicármelo, me pidió que pensara en el aspecto que debía de tener yo cuando me acercaba a los inquietos Cuervo y Cuérvez en mi balcón, con un cacahuete en la mano. No era algo en lo que hubiera pensado nunca, pero, cuando lo hice, me di cuenta de que tanto el cuervo como yo actuábamos «como quien ve el peligro, con cautela», los dos casi petrificados, completamente centrados en el otro, afectados por los movimientos más mínimos del otro, adaptándonos a ellos.

Es más, incluso tras años observando a los mismos cuervos, su comportamiento —como el proceder aparentemente azaroso del pájaro de Dickinson— me resulta en último extremo inescrutable (como el mío debe de parecérselo a ellos). Del mismo modo que el ave de la poeta regresa a una «casa» desconocida, nada indica que exista algo más allá de ti como existe su partida hacia el cielo, tan repentina y poco ceremoniosa como su llegada. Todo ello conforma un ser que no puede «entenderse» ni «interpretarse». (Yo-Ello), sino solo «percibirse». (Yo-Tú). Y lo que no puede entenderse —un asunto permanente, que siempre es igual— exige una atención constante y discriminada, un estado duradero de encuentro.

A mediados del siglo XX, en respuesta a una larga historia de arte figurativo, muchos pintores abstractos y minimalistas perseguían inducir un tipo de encuentro «Yo-Tú» entre el espectador y la pintura. Un ejemplo es la obra Onement VI, de Barnett Newman, presentada en 1953, un campo de 2,5 × 3 metros de azul profundo dividido por una línea blanca, basta. Cuando el crítico y filósofo Arthur C. Danto escribió sobre esta obra, afirmó que se trataba de la primera pintura «real» de Newman. Sus anteriores creaciones, si bien técnicamente eran «pinturas», para Danto eran solo «cuadros». Aporta el ejemplo de las escenas renacentistas en las que el cuadro funciona como una ventana a través de la que el espectador mira y ve acontecimientos que suceden en otro espacio que no ocupamos. (A Hockney tampoco le habría gustado este tipo de pintura). Pero una pintura de verdad, en oposición a un cuadro, nos interpela en el espacio físico.

Las nuevas pinturas [de Newman] son objetos por derecho propio. Un cuadro representaba algo más que a sí mismo; una pintura se representa a sí misma. Un cuadro es mediador entre un espectador y un objeto en un espacio pictórico; una pintura es un objeto con el que el espectador se relaciona sin mediación… Está en la superficie y en el mismo espacio en el que estamos nosotros. La pintura y el espectador coexisten en la misma realidad[178].



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