Boneshaker by Cherie Priest

Boneshaker by Cherie Priest

autor:Cherie Priest
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Ciencia ficción, Fantasía
ISBN: 978-84-9800-746-6
publicado: 2009-09-01T04:00:00+00:00


Capítulo 16

Swakhammer iluminó con la linterna unas cuantas cajas rotas y medio enterradas que estaban apiladas unas sobre otras aleatoriamente y que aparentaban estar a punto de derrumbarse en cualquier momento. Parecían ser el único modo de seguir adelante.

—Yo iré primero —dijo—. Creo que ya estamos lo bastante lejos de Maynard’s, y hemos dejado atrás lo peor del enjambre. Esas cosas son implacables. Si hace falta, escarbarán hasta que se les caigan las manos, y cuanto más ruido hagan, a más compañeros atraerán.

—Y los alejarán de nosotros —murmuró Briar.

—Eso espero. Echaré un vistazo para asegurarme.

Levantó una de sus grandes piernas y la colocó sobre la primera caja, que se hundió un par de centímetros en el barro a causa del peso. Cuando la caja dejó de moverse, subió la otra pierna lentamente. Varias tiras metálicas se destensaron con un sonoro latigazo que fue más ensordecedor que los disparos dentro del recinto subterráneo.

Todos se estremecieron y se quedaron inmóviles, guardando silencio.

—¿Oyes algo? —preguntó Lucy.

—No, pero echaré un vistazo —dijo Swakhammer.

Briar levantó una de sus botas del barro, pero se vio obligada a colocarla de nuevo en el mismo sitio. No había ningún lugar lo bastante sólido para pisarlo sin que la húmeda tierra te engullera lentamente.

—¿Qué estás buscando? ¿Más podridos?

—Claro. —Swakhammer apoyó el hombro contra la trampilla y flexionó las rodillas—. La ruta del este estaba repleta de ellos. Hemos ido hacia el este por debajo de ellos, pero no sé si lo suficiente para evitar a los rezagados. Silencio, todos —ordenó. Las cajas crujían bajo sus pies, y el barro que rodeaba las esquinas de madera barata de las cajas amenazaba con hacer caer toda la estructura en cualquier momento. Sin embargo, se mantuvo firme, y Swakhammer se esforzaba por moverse sin hacer ruido. Abrió la trampilla del mismo modo.

—¿Y bien? —preguntó Hank, en voz quizá demasiado alta.

Lucy lo mandó callar, pero alzó la vista hacia el hombre de la armadura y con los ojos le hizo la misma pregunta.

—Creo que está claro —dijo Swakhammer. No parecía convencido, pero la congregación reunida más abajo tampoco podía oír ni rastro de podridos, de modo que tomaron el silencio como una buena señal.

Swakhammer bajó la puerta de la trampilla de nuevo y se dirigió al grupo en voz tan baja como se lo permitía su máscara:

—Estamos en la farmacia, en Second Avenue, justo por debajo de las bodegas del viejo Pete. Por lo que yo sé, no hay ninguna conexión entre este sótano y Maynard’s. Lucy, sabes cómo llegar a las criptas desde aquí, ¿verdad?

—Desde aquí, creo que es una manzana hacia abajo y otra a la derecha.

—Bien. Ahora, Wilkes, escucha: no hay caídas desde aquí hasta que lleguemos, así que quédate bien cerca y echa a correr si llega a ser necesario.

—¿Caídas?

—Entradas a los túneles subterráneos. Lugares seguros, ya sabes. Cuando salgamos, estaremos atrapados fuera hasta que lleguemos a las criptas. Es el lugar seguro más cercano, aparte de Maynard’s. Y no vamos a poder volver a Maynard’s en al menos uno o dos días, como poco.



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