¡Vaya lío con la escuela! by Ester Farran

¡Vaya lío con la escuela! by Ester Farran

autor:Ester Farran
La lengua: spa
Format: epub
editor: Editorial el Pirata


–Yo tengo un perro. Sería mala idea juntarlos.

¿Y si… se lo queda usted?

–¿Yo? Los animales ensucian… ¡Ni loco! –exclama el señor Amela.

Termina de secar al conejo,

que parece una bolita erizada de pelo

y se le acurruca bajo el brazo.

–Pues parece que usted le gusta –dice Johan–.

Nunca hubiera dicho que usted podría gustarle a nadie.

–Y le podría poner su nombre –le digo yo

para ver si puedo descubrir cómo se llama.

El señor Amela me ignora.

Será que tiene un nombre demasiado difícil

de pronunciar y no le gusta cómo suena.

El conejo le hace mimos

y al señor Amela se le escapa una sonrisa.

–Está bien… –suspira el profesor–. Me lo quedo…

de forma temporal… hasta que le encontremos

un dueño… definitivo.

–¡Misión Conejo cumplida! –Johan y yo

chocamos las manos.

A la mañana siguiente,

entramos en clase de informática

al mismo tiempo que el señor Amela

y nos sentamos en nuestro sitio.

–Guardad los libros, chicos –habla con decisión.

Todos lo miramos extrañados.

–Hoy no haremos cálculos matemáticos –dice

sin hacer pausas–, hoy buscaremos información.

Los de la cuarta fila buscaréis información…

sobre cómo adiestrar conejos.

Los de tercera fila buscaréis… cómo se alimenta

un conejo doméstico.

Los de segunda fila… tiendas donde vendan

correas para conejos. Y tú –señala a Babitas,

que se sienta solo en la primera fila–,

buscarás… cuáles son las mejores cajas de arena

para que los conejos hagan… sus necesidades.

Todos nos ponemos a buscar muy contentos.

–¿Hacer sus necesidades es hacer cacas?

–pregunta Babitas, derrotado.

¡Toc-toc-toc! se oye.

–Adelante –ordena el señor Amela.

La señora de la limpieza deja el carro en la puerta

y entra. Se acerca al señor Amela, le sonríe

y le entrega un libro.

El señor Amela lo hojea con curiosidad.

De pronto, la cara se le ilumina.

–¡Un libro sobre cómo tener un conejo de mascota!

La mujer asiente.

–¿Cómo se le ocurrió que silbando el conejo

se quedaría quieto? –le pregunta él.

Ella hurga en el bolsillo de su bata y saca una foto.

El señor Amela la observa:

–¡Así que usted también tiene un conejo! –exclama

el señor Amela–. Oiga… tenía pensado llevar

a Blanquito al parque esta tarde…

¿Acaso a usted le gustaría venir con…?

–Estaría encantada –le interrumpe la señora.

Ramón se pone de pie tan rápido que tira la silla;

señala a la mujer abriendo mucho los ojos.

–¿LO HABÉIS OÍDO? ¡PERO SI PUEDE HABLAR!

Damián también se pone de pie y señala al profesor:

–¡Y EL SEÑOR AMELA PUEDE SONREÍR!

Se crea un gran alboroto en clase.

Babitas sigue comparando precios de cajas de cacas.



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