Aurora by Erin Hunter

Aurora by Erin Hunter

autor:Erin Hunter
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Juvenil, Novela
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T08:00:00+00:00


13

Esquirolina dejó el ratón en el montón de la carne fresca y vio que, a pesar de todo, continuaba siendo escaso: estaba compuesto apenas por un gorrión y un campañol que había llevado la patrulla del alba. Acedera había salido a cazar con ella, pero no había atrapado nada.

—Lleva eso directamente a los veteranos —ordenó Estrella de Fuego, acercándose.

—¿A Fronda no? —preguntó Esquirolina.

—Carbonilla dice que todavía no quiere tomar nada —suspiró el líder—. Pero Cora ha estado dando de comer a Betulino.

—Esa minina doméstica debería regresar con sus Dos Patas y dejar de zamparse nuestras presas —comentó Acedera, irritada—. No sirve para cazar.

—Cora apenas come nada —señaló Estrella de Fuego—. Y mientras cuida de Betulino, los demás tenemos más tiempo para cazar.

Esquirolina miró comprensiva a Acedera. Probablemente, la guerrera estaba más resentida con Cora por monopolizar el tiempo de Hojarasca que por ser una minina doméstica. Recogió el ratón y se lo llevó a los veteranos, que estaban aprovechando al máximo la débil calidez del sol del mediodía en la cima de las Rocas Soleadas.

Escarcha y Cola Pintada estaban dormitando. Rabo Largo, el macho ciego que no era mayor que algunos de los guerreros, se incorporó.

—Huelo a ratón —maulló.

—Me temo que no es muy grande —se disculpó Esquirolina.

—Está bien —la tranquilizó él.

Pinchó el ratón con la zarpa, y agitó emocionado la punta de la cola mientras su cuerpecillo se movía, como si no hubiera perdido el deseo de cazar por sí mismo. De pronto, levantó la cabeza y abrió la boca para saborear el aire.

—¡El Clan del Viento! —alertó, más sorprendido que alarmado.

—¡¿Qué?! ¡¿Dónde?! —exclamó Esquirolina, mirando a su alrededor.

No creía que su padre esperara visita.

Al pie de las Rocas Soleadas, Estrella Alta guiaba a una pequeña y empapada patrulla. Los gatos del Clan del Trueno los observaron mientras ascendían despacio hasta donde los aguardaba Estrella de Fuego. Ningún gato les dio el alto. Los pasos del líder del Clan del Viento eran tan vacilantes, y él estaba tan demacrado, que a Esquirolina le asombró que hubiera podido recorrer siquiera todo el camino hasta allí. Los dos guerreros que lo acompañaban no estaban en mejores condiciones: Bigotes y Oreja Partida estaban tan flacos que parecían estar hechos de ramitas y hojas, y Esquirolina casi temió que la brisa pudiera llevárselos volando.

Corvino iba en la retaguardia. También estaba más delgado que cuando llegaron de su viaje al lugar donde se ahogaba el sol, aunque no parecía tan escuálido como sus compañeros. Esquirolina bajó por la roca para entrechocar la nariz con él a modo de saludo. De cerca, vio que sus ojos estaban tan apagados como los de sus camaradas, y que su pelaje había perdido brillo.

—¡Corvino! —exclamó—. ¿Te encuentras bien?

—Estoy tan bien como cualquiera de mi clan —gruñó él.

Oreja Partida le hizo un guiño a la aprendiza.

—Corvino ha estado cazando como una patrulla entera él solo, buscando presas para alimentar a casi todo el Clan del Viento…

Esquirolina irguió las orejas.

—Incluso atrapó un halcón hace dos días —continuó el guerrero del Clan del Viento.



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