Animales invisibles by Gabi Martínez

Animales invisibles by Gabi Martínez

autor:Gabi Martínez
La lengua: spa
Format: epub
editor: Nórdica Libros
publicado: 2019-02-20T03:45:24+00:00


«El arqueólogo actual se parece más a Sherlock Holmes que a Indiana Jones», dijo Jordi Serrallonga después de escuchar el relato de mi incursión en Nueva Zelanda, que también le animó a comentar el proceso deductivo seguido por Richard Owen para reconstruir al moa. Por más antipático y odioso que fuera, Owen fue el primero en examinar una criatura traída del mito a la realidad: el gorila africano. Y en 1849, además de empezar una correspondencia con el escritor Charles Dickens, publicó la descripción detallada del hipopótamo y el chimpancé. Ese era el Owen que fascinaba a Jordi, un científico del que aprender.

Por entonces, Jordi seguía la pista del megaterio extinguido «hace cuatro días» en la selva amazónica después de habitar (y ser más o menos expulsado) de la Patagonia. Dijo que el tráfico de fósiles de megaterio, y de muchos otros animales, fue sencillo y común hasta finales del siglo pasado, permitiendo que cualquiera con el suficiente dinero pudiese comprar un dinosaurio de Mongolia, por ejemplo. Y con los animales vivos había pasado igual.

—Ahora, al menos técnicamente, no puedes comprar un chimpancé o un guacamayo, pero… hay particulares que tienen auténticos zoos en sus casas.

Contó episodios en los que habían solicitado sus servicios para resolver casos con animales implicados, como aquel de las ovejas que aparecieron muertas en una zona rural catalana marcadas con extrañas heridas. Jordi dedujo que las había atacado un primate y sus averiguaciones condujeron hasta la casa de un vecino dueño de un babuino. El hombre se mostró dolorosamente sorprendido al descubrir la afición de su mascota por las salidas nocturnas.

Y es que las leyes más restrictivas para la importación de animales parecían haber incrementado el deseo de poseerlos, aunque los aspirantes a propietario no conocieran demasiado bien las necesidades o los instintos del animal. Una consecuencia evidente de la nueva ola fue la reproducción de granjas de avestruces. De hecho, mientras buscaba información sobre el moa, la granja de avestruces del pueblecito ampurdanés de Albons me ayudó a imaginar a su antecesor dinosáurico, además de iniciarme en la cría del animal. Aunque en España habían llegado a registrarse alrededor de veinte granjas de avestruces, la de Albons fue pionera, de modo que sus propietarios avanzaron en la cría a base de ensayo y error, descubriendo que después de dos o tres meses de alimentarlas con pienso, las aves «se quedaban calvas»; que son muy territoriales y agresivas; o que encerrarlas a cubierto en las horas de descanso o con climatología extrema las sumía en la depresión, «porque su espacio es el descampado».

Con Jordi hablé de los semirrumiantes, le consulté dudas sobre animales que pretendía rastrear, y él propuso el megaterio o el t’sikayo tanzano como futuros objetivos. Luego, acordamos trabajar juntos en el proyecto. Él se encargaría de la parte más científica, la literaria me tocaba a mí. Aprovecharíamos viajes de trabajo para localizar animales de interés. Jordi se movía a menudo por Galápagos y Tanzania, pero también exploraba otros muchos países del mundo en incursiones esporádicas.



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