Ahra, una mujer turca by Francisco Miranda Rivas

Ahra, una mujer turca by Francisco Miranda Rivas

autor:Francisco Miranda Rivas [Miranda Rivas, Francisco]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788468573311
editor: Editorial Bubok Publishing
publicado: 2023-01-31T00:00:00+00:00


CAPÍTULO TRIGÉSIMO

La policía encontró en una mochila que portaba Burak, el dinero, la documentación falsa, el billete de avión y la tarjeta del jefe de seguridad del banco. Citaron a este para declarar. En su declaración dijo que desconocía los motivos por los que tenía su tarjeta y no sabía nada del tema y mucho menos del intento de asesinato.

Quedó libre sin cargos, pero los inspectores de policía pensaban que estaba detrás del asalto, pues en tan poco tiempo Burak no pudo preparar el atentado, ni los documentos y mucho menos obtener esa suma tan importante de dinero. Uno de los policías informó al abogado de Alí, de sus sospechas. Este habló con Ahra y mencionó al Banco Internacional de Turquía. Ella vio claro quién estaba implicado en el delito.

A los pocos días, Serkan la llamó para interesarse por la salud de Onur y le dijo que deseaba comentar algo que había averiguado relativo a Burak. La citó en su despacho.

Ahra sospechó que era una trampa, por lo que guardó en su bolso un spray de gas pimienta y una navaja, similar a la utilizada por Alí para matar al ex policía. A la hora prevista, se despidió de Onur, a quien cuidaban sus padres y marchó a las oficinas del banco. Al entrar activó el audio de su teléfono móvil, quería grabar la conversación.

Serkan había informado a su secretaria que cancelara todos sus compromisos para esa mañana y que cuando pasara a Ahra, fuera al notario a recoger una documentación importante. La secretaria sabía que deseaba estar a solas y, por otra parte lo prefería, ya que no sería testigo de lo que ocurriera en la zona de presidencia, una zona amplia, con despacho, sala de reuniones, comedor y sala de espera, por lo que estarían completamente aislados y, nadie oiría voces ni petición de auxilio.

Al subir a la planta noble del edificio, le recibió la secretaria que la llevó a la sala de espera. Allí permaneció quince minutos y, cuando ya se impacientaba, apareció la secretaria para pasarla al despacho. Era muy grande con una mesa amplia, otra de reuniones y dos sofás, uno enfrente del otro con una mesa en el centro.

Serkan la invitó a sentarse en uno de los sofás y él se sentó enfrente. Ahra se había vestido con un pantalón vaquero, una camisa azul claro y una chaqueta azul marino. Su ropa era informal, pero resaltaba su belleza. La tristeza que se veía en su rostro la favorecía. Parecía una virgen, de las que se ven en las procesiones católicas de Semana Santa, llorando a los pies de Cristo.

El hombre enloqueció, no iba a esperar más. A bote pronto le dijo que podía salvar de la cárcel a Alí, entregando a su jefe de seguridad a la policía, pero tú debes ser complaciente y fornicar conmigo, aquí y ahora, apostilló.

Ahra se sorprendió porque no pensaba que iba a llegar tan lejos en ese momento, pero inmediatamente reaccionó, le dijo que era un miserable y no tenía escrúpulos, pues sabía que Onur estaba muriendo y Alí en prisión.



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