A orillas del lago by Mary Lawson

A orillas del lago by Mary Lawson

autor:Mary Lawson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: dramaturgy
ISBN: 84-7888-788-1
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 2001-12-31T23:00:00+00:00


Como ya he dicho, fue en febrero, al llegar la invitación para la fiesta de cumpleaños del hijo de Matt, cuando empecé a pensar nuevamente en aquel suceso. Normalmente, siempre que voy a ir a visitar a mi familia se cuelan recuerdos en mi mente, pero esa vez aparecieron en forma de avalancha. Supongo que se debía, en parte, a la importancia de que Simón cumpliera dieciocho años, pero estoy segura de que se debía también, en parte, al problema de Daniel.

Resulta que Daniel había visto la invitación y la había leído. Sabía, por lo tanto, que podía haber sido incluido en ella si yo hubiera querido incluirlo.

Me di cuenta de ello poco a poco, pero la primera pista seria la descubrí en una exposición a la que fuimos la tarde siguiente a la llegada de la invitación. La muestra llevaba el inspirado título de «Los microscopios a través del tiempo», y, como era de esperar, nosotros éramos los únicos visitantes. De hecho, no estaba tan mal como el título hacía temer; había de todo, desde una colección de lupas del año 1600, aproximadamente, hasta un instrumento magnífico e inútil construido para el rey Jorge III que resultaba demasiado alto para utilizarlo encima de una mesa y demasiado bajo si se apoyaba en el suelo, y que, además, tenía las lentes colocadas incorrectamente. Aparte de eso, como dijo Daniel, era perfecto en todos los aspectos. Ideal para un rey.

Sin embargo, lo que me alertó de que a Daniel le pasaba algo fue que varios de aquellos imponentes instrumentos estaban colocados de forma que el visitante pudiera experimentar con ellos, pero él ni los tocó. Daniel el gran tocón, Daniel el microbiólogo. Se plantó delante de ellos, uno por uno, observándolos con atención, pero sin apenas tocarlos. Luego se quedó muchísimo rato delante de la centenaria micrografía de la probóscide de una mosca doméstica de la época victoriana, miró su reloj y dijo que teníamos que ir al centro a reunirnos con sus padres para cenar.

Normalmente, a mí me gustaba quedar de vez en cuando con los profesores Crane. Debía sentirme con ánimos para aguantar toda una velada con ellos, pero lo cierto es que me habían aceptado sin reservas desde el día en que nos conocimos, lo cual me había impresionado, teniendo en cuenta lo diferentes que eran nuestros orígenes, y me había predispuesto en su favor. Al principio, me ponían muy nerviosa sus discusiones en la mesa, pero creo que era porque esperaba que ganara alguno de los dos. Cuando me di cuenta de que estaban en igualdad de condiciones, me relajé un poco. A veces, uno u otro intentaba reclutarme o utilizarme como munición, o incluso ambas cosas al mismo tiempo, pero yo estaba aprendiendo a actuar en esos casos.

Sin embargo, aquella noche los dos estaban especialmente quisquillosos. Me costaba concentrarme en lo que decían porque me preocupaba la expresión abstraída de Daniel, y durante toda la velada noté cómo mi nivel de tensión interna ascendía como el mercurio de un barómetro.



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