Wayward Son (Rebelde) by Rainbow Rowell

Wayward Son (Rebelde) by Rainbow Rowell

autor:Rainbow Rowell [Rowell, Rainbow]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Romántico, gay, LGBTIQA+, humor, fantasía
ISBN: 9786073194716
Amazon: 6073194714
editor: Alfaguara Juvenil
publicado: 2021-01-18T23:00:00+00:00


35

BAZ

No puedo moverme.

Lo intento de nuevo, no puedo moverme. Tengo los brazos atados.

No puedo levantarme. Tengo las piernas atadas.

Tengo dolor en el rostro. Estoy recostado sobre una roca.

No puedo moverme.

¡No puedo respirar!

No, sí puedo. Sí puedo. Tengo la boca amordazada, pero todavía puedo respirar.

No puedo moverme. No puedo ver…

Abro los ojos…

Estoy recostado sobre mi hombro cerca de una fogata. Hay una mujer sentada al otro lado. Una mujer mayor, o quizás una mujer más joven con cabello largo y blanco. Tiene las manos extendidas sobre la fogata. Tiene anillos dorados en cada dedo. Me observa con detenimiento.

—Urrrghhff —Simon lucha por liberarse en algún sitio cerca de mí; parece que está dando vueltas. Me encantaría poder decirle que se tranquilice. Entonces gruño para que sepa que estoy aquí.

Patalea con mayor fuerza.

—Debería hacerlos dormir otra vez —dice la mujer sin mover la boca. Escucho su voz en mi cabeza—. Todos ustedes. No necesito que estén despiertos para descifrarlos.

Se pone de pie y camina hacia mí. Sí es vieja, pienso, aunque se mueve como una persona joven. Viste unos jeans gastados y un chal rojo con piedritas que brillan en la luz de la fogata. Tiene los ojos pálidos y del tono verde que sólo los gatos tienen. Me alza el mentón con la punta de su bota vaquera color gris.

—Escuché sobre ti —dice—. No pensé que lo lograran, pero hete aquí. Hueles a sangre y magia, muchacho. Ambas echadas a perder —curva uno de sus labios—. No. En. Mi. Montaña.

Me patea en el estómago.

Mierda.

Intento gritar, pero en vez de eso comienzo a ahogarme. El pecho aún me arde a causa de las heridas de bala. Necesito alimentarme. Necesito beber algo. Me siento mal de todas las maneras imaginables.

Simon está dando vueltas otra vez. La mujer voltea a verlo.

—Gatito tonto. Hiciste un amigo peligroso. Sufrirás por ello.

¿Qué es esta mujer? ¿Un hada? ¿Un elfo? ¿Acaso aún existen elfos en Estados Unidos? ¿Serán éstas las Tierras Eternas? Mi madre lo sabría. Ella podía nombrar todo tipo de seres y criaturas mágicas, incluso aquellas especies extintas o perdidas en el tiempo.

La mujer levanta la cabeza. Huele algo.

Yo también lo huelo: algo humano. Un Normal.

—¡Shepard! —dice la mujer en voz alta, sonriendo.

—¡Margaret!

Es el Normal que abandonamos en Denver. No puedo verlo, pero reconozco su voz y su olor. Debió estar coludido con esta mujer desde el principio.

El Normal pasa por encima de mí y la anciana estira los brazos, lista para abrazarlo.

—No estaba seguro de si estarías despierta —dice él mientras la abraza.

—Hace demasiado calor —lo dice con petulancia—. No puedo dormir. Ahora hace mucho calor todo el tiempo —recarga la cabeza ligeramente en el hombro de Shepard, luego desciende por su brazo—. Me has traído algo. Puedo olerlo.

Él se ríe y extiende la palma de la mano.

Ella toma lo que Shepard trae en la mano —anillos— y los introduce en el poco espacio libre que tiene en sus dedos.

—Eres demasiado bueno conmigo, Shepard. Buen muchacho. Buen hombre.

—Veo que ya conociste a mis amigos —dice él.

La mujer frunce el ceño y se aleja de él.



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