El Lado Oscuro by Sally Green

El Lado Oscuro by Sally Green

autor:Sally Green [Green, Sally]
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico, Aventura, Suspenso
editor: eBooks Xibalba
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


CODIFICADO

Estoy en la camioneta de Celia, boca abajo sobre el piso de metal. Ya han pasado casi dos años desde la última vez que estuve aquí y aun así, la pintura oxidada me resulta familiar.

Kieran ha comenzado a sanar su nariz rota, que está hecha papilla. Sostiene una cadena atada a mis esposas y envuelta alrededor de mis tobillos, y le da tirones para pasar el rato.

Clay está delante, en el asiento del copiloto, Tamsin maneja, Megan sigue en el todoterreno y supongo que Celia está en la cabaña.

Lo único que puedo hacer es descansar, pero tan pronto como empiezo a dormitar, Kieran me jala los tobillos o me golpea el trasero con la cadena. Cuando se cansa de hacer eso, grita hacia la parte delantera de la camioneta:

—Oye, Tamsin, me sé otro.

—¿Sí? —le responde ella con un grito.

—¿Cuál es la diferencia entre un Código Medio y un trampolín?

Ella no contesta y recibo un fuerte pisotón en la espalda mientras Kieran dice:

—Para saltar en trampolín, te quitas los zapatos.

El siguiente chiste lo dice en voz baja, compartiéndolo sólo conmigo:

—¿Cuál es la diferencia entre un Código Medio y una cebolla? —me levanta la camisa. Siento cómo raspan sus dedos sobre la parte inferior de mis cicatrices, sus cicatrices, mientras dice—: Cuando cortas una cebolla, lloras.

Después de cuatro o cinco horas la camioneta se detiene. Por las pocas voces que escucho debe ser una estación de servicio. Llenan el tanque de gasolina y luego se sientan a comer hamburguesas y papas fritas, y a sorber sus bebidas. El aroma es tentador, pero estoy desesperado por orinar y no quiero pensar en comer y beber.

Probablemente no valga la pena, pero de cualquier manera lo digo.

—Tengo que orinar.

La cadena me da un latigazo en los muslos. Tengo que apretar los dientes y respirar por la nariz.

Cuando el dolor se aplaca, repito:

—Sigo necesitando orinar.

La cadena me vuelve a golpear los muslos.

La camioneta arranca. Clay le murmura instrucciones al conductor pero no consigo escucharlas.

Veinte minutos después la camioneta se detiene. Me arrastran por los tobillos a la parte trasera de la camioneta, la cual llevan atrás entre unos arbustos. Hay poco ruido de tráfico. Parece que han encontrado un lugar tranquilo.

—Cualquier cosa que se te ocurra. Cualquiera. Y estás muerto —Kieran lo dice tan cerca de mi oído que puedo sentir su saliva.

No le concedo una respuesta.

Me abre las esposas y libera mi mano derecha.

Orino. Una larga, larga y maravillosa orinada.

Apenas me subo el cierre, y ya tengo las esposas puestas de nuevo. Me vuelven a empujar dentro de la camioneta. Adentro sonrío de alivio, y porque estoy pensando en Celia. Es más ruda que estos idiotas.

Seguimos dando tumbos por el camino. Kieran debe haberse quedado dormido porque no me está molestando. El clavo sigue en mi boca pero no hay oportunidad de escapatoria con tres Cazadores a mi alrededor.

El óxido del piso de la camioneta me raspa la mejilla mientras me vuelven a jalar por la puerta trasera de la camioneta.

—De rodillas.

Estoy en el patio del edificio del Consejo, el lugar de donde me llevaron justo antes de cumplir quince años.



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