Vigilancia permanente by Edward Snowden

Vigilancia permanente by Edward Snowden

autor:Edward Snowden [Snowden, Edward]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2019-08-31T16:00:00+00:00


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Al inicio de mi trabajo con la NSA, en 2009, tenía tan solo unas cuantas nociones más que el resto del mundo sobre las prácticas de esta agencia. Gracias a reportajes periodísticos, era consciente del sinfín de iniciativas de vigilancia de la NSA que autorizó el presidente George W. Bush inmediatamente después del 11-S. En concreto, conocía la iniciativa que más oposición pública había encontrado: la sección del PSP (President’s Surveillance Program o Programa de Vigilancia del Presidente) centrada en las escuchas sin orden judicial que desveló The New York Times en 2005 gracias a la valentía de unos pocos denunciantes de la NSA y del Ministerio de Justicia.

Oficialmente, el PSP era una «orden ejecutiva», es decir, un conjunto de instrucciones estipuladas por el presidente estadounidense que el Gobierno debe considerar equivalente al derecho público, aunque se hayan garabateado en secreto en una servilleta. El PSP capacitaba a la NSA para recopilar comunicaciones por teléfono e internet entre Estados Unidos y el extranjero. En particular, el PSP facultaba a la NSA a hacer tal cosa sin que fuese necesario obtener ninguna orden judicial especial del Tribunal estadounidense de Vigilancia de Inteligencia Extranjera, un tribunal federal secreto fundado en 1978 para supervisar las solicitudes de órdenes de vigilancia de la Intelligence Community, después de que pillasen a las agencias espiando a escala nacional a movimientos contrarios a la Guerra de Vietnam y a defensores de los derechos civiles.

Tras las protestas generadas por lo revelado en The New York Times y las recusaciones presentadas por la ACLU (American Civil Liberties Union o Unión Estadounidense por las Libertades Civiles) ante tribunales normales, no secretos, por la inconstitucionalidad del PSP, la Administración Bush aseguró haber dejado morir el programa en 2007. Sin embargo, esa muerte resultó ser una farsa. El Congreso se pasó los dos últimos años de la Administración Bush aprobando una legislación que legalizaba el PSP con carácter retroactivo, además de dar inmunidad, también retroactiva, a los proveedores de servicios de telecomunicaciones e internet que hubiesen participado de él. Esa nueva legislación —formada por las leyes Protect America Act de 2007 y FISA Amendments Act de 2008— empleaba un lenguaje intencionadamente engañoso para asegurar a los ciudadanos estadounidenses que sus comunicaciones no eran un objetivo explícito, aunque se ampliase de manera efectiva el ámbito de aplicación del PSP. Más allá de recopilar comunicaciones que entrasen al país desde países extranjeros, la NSA tenía ya también autorización política para recopilar sin orden judicial comunicaciones por teléfono e internet hacia el exterior que se originasen dentro de las fronteras estadounidenses.

Al menos, esa fue la idea que me hice al leer el resumen de la situación redactado por el propio Gobierno, que se hizo público en una versión sin clasificar en julio de 2009, el mismo verano que pasé escarbando en el ciberpotencial chino. Dicho resumen, publicado con el título nada descriptivo de Informe sin clasificar sobre el Programa de Vigilancia del Presidente, lo redactaron las oficinas de los inspectores generales de cinco



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