Un pretendiente para una reina by Julia London

Un pretendiente para una reina by Julia London

autor:Julia London [London, Julia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 16

La princesa Justine volvió a la casa un poco despeinada. Lila notó que se había dejado a lord Douglas en el camino de entrada, y que a él también le había revuelto el pelo el viento mientras esperaba a que uno de los sirvientes le llevara el sombrero y la capa de montar.

Sin embargo, ella tenía otras cosas en las que pensar en aquel momento. Las princesas estaban furiosas. La princesa Amelia se había declarado una víctima de las insinuaciones de Aggiani, como si su honor hubiera sufrido una mella. Se negaba en redondo a admitir la idea de Justine de que, tal vez, ella había ayudado a mellarlo. La princesa Amelia defendía inflexiblemente su versión de lo ocurrido: que ella no había hecho nada impropio. Además, se quejó airadamente de que a nadie le importaba lo que ella pudiera pensar.

La princesa Justine estaba igualmente disgustada, pero por otros motivos. En cuanto su hermana pequeña salió de la habitación, clavó sus ojos de color miel en ella.

—¿Por qué no lo echó de aquí inmediatamente, tal y como le pedí?

—Le pido disculpas, Su Alteza Real, pero era necesario hacer ciertas negociaciones.

—¿Qué tipo de negociaciones?

—Él estaba preocupado por si el incidente llegaba a oídos de su padre.

La princesa se quedó mirándola fijamente, pero, después, miró a lady Bardaline, que estaba escuchando con suma atención todo lo que decía. Lila se dio cuenta de que no quería hablar delante de su dama de compañía, lo cual le resultó curioso, porque no había tenido ningún problema para decir todo lo que pensaba delante de lord Douglas.

—Lady Bardaline… ¿podría ocuparse del servicio de la cena? —le pidió ella.

Lady Bardaline la miró.

—Ah…

Era evidente que no quería que la despidieran, pero sopesó cuáles eran las opciones. Al final, asintió con tirantez.

—Por supuesto.

Salió de la habitación y dejó a Lila a solas con la princesa Justine, que la estaba mirando con enojo.

—Su Alteza Real…

—Antes de que diga otra palabra —dijo la princesa—, debe saber que lo ocurrido hoy es una calamidad de primer orden. Ha sido un desastre en todos los sentidos.

—Cierto —dijo Lila, e hizo una reverencia para pedir disculpas—. Es verdaderamente reprobable.

La princesa enarcó las cejas.

—Entonces, ¿por qué lo invitó a venir?

—¿Nos sentamos?

—¡No! Dígame por qué.

—Bien.

Lila sabía que tenía que conducirse con cautela. Por supuesto, ella no podía saber que Aggiani iba a comportarse como un idiota. Ella sabía que a la princesa no iba a gustarle, pero tampoco esperaba que lo sorprendieran besándose con su hermana, por el amor de Dios. Valentin se iba a reír mucho cuando le contara la historia.

Sin embargo, necesitaba que la princesa olvidara el terrible error de Aggiani para poder proseguir con lo que tenía planeado.

—Hay un método para conseguir un buen emparejamiento que, tal vez, sea difícil de entender para una persona lega en la materia. Pero, algunas veces, es útil tener a alguien que pueda poner a prueba la compatibilidad con un sujeto de varias formas.

La princesa frunció el ceño.

—¿Qué?

—Es la forma en que estoy buscando la pareja perfecta para usted, Alteza.



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