Un laberinto de traiciones oscuras by Lexi Ryan

autor:Lexi Ryan
La lengua: spa
Format: epub
editor: Editorial Planeta
publicado: 2023-05-04T10:14:21+00:00

17

—Oh, es muy... bonita —comento dando una vuelta en redondo y tratando de no observar con demasiada atención la única cama de la habitación, que queda enmarcada entre dos grandes ventanales.

—No sufras, princesa —me dice Finn—. No espero que compartamos cama esta noche.

Me vuelvo hacia él con el ceño fruncido. ¿No acaba de insistir en que compartamos habitación?

—¿Dónde vas a dormir?

Él coge la manta que hay a los pies de la cama y la tira en el suelo.

—Ese sitio me parece estupendo.

Me remuevo incómoda.

—Finn, no puedes...

—No me insultes, princesa. He acampado mil veces en estas colinas durmiendo en el suelo. No me pasará nada.

—Pero... —Niego con la cabeza—. Deja que duerma yo en el suelo. No me importa.

Él se echa a reír.

—Ni hablar. Mi madre me educó bien, así que disfruta de la cama. Yo estaré perfectamente aquí. —Cuando abro la boca para protestar él alza la mano—. Créeme, vamos a estar tan pegados este fin de semana que con toda probabilidad agradecerás los momentos en que puedas apartarte un poco de mí.

Tengo que morderme el labio inferior para no seguir discutiendo con él.

—Juliana parece... maja.

A él se le escapa una risa con un resoplido.

—No dejes que te engañe. Solo es maja si cree que puede sacar algo que la beneficie a ella o a su pueblo. —Ya me lo había imaginado, pero no digo nada—. Por suerte, en este caso nuestro objetivo beneficia a su pueblo. —Finn abre el armario ropero y examina el contenido antes de asentir con la cabeza satisfecho y volverse hacia mí—. Aquí encontrarás todo lo que necesites, pero si echas en falta algo pídeselo a la doncella. Vendrá enseguida a prepararte un baño caliente. —Se vuelve hacia la puerta.

—¿Adónde vas?

—A reunirme con Juliana. Tengo que tratar unos temas con ella antes de verme con mi general.

Los celos vuelven a aflorar en mi pecho, haciéndome sentir fea y pequeña. Agacho la cabeza para ocultar mis sentimientos y le digo:

—Ten cuidado.

Él se ríe.

—Ten cuidado tú, princesa. Podría llegar a pensar que te importo.

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