Un hijo by Alejandro Palomas

Un hijo by Alejandro Palomas

autor:Alejandro Palomas [Palomas, Alejandro]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Drama, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-03T05:00:00+00:00


Guille

QUERIDA MAMÁ:

Falta poco para Navidad y dentro de unos días será la función de la escuela. Yo creo que no me verás, aunque a lo mejor sí, porque papá dice muchas veces cuando está con tío Jaime y con tío Juan en el aperitivo que «ahora todo el mundo lo ve todo, es imposible hacer nada sin que nos vean, nos tienen a todos fichados, qué me vas a contar, hombre», y se le pone la ceja gorda y negra encima de los ojos así, como una visera.

Al final, Nazia no podrá cantar en la función porque sus padres la han castigado. Tendré que salir solo y ser Mary Poppins en vez de Bert, el deshollinador, porque claro, como no puedo ser los dos y tengo que cantar la palabra mágica unas veces que son más de cuatro porque si no, no funcionará, pues seré Mary, pero no se lo he dicho a papá, nonono, mejor que no se entere para que sea una sorpresa mágica, con todos los padres en el teatro, así no me reñirá tanto, aunque el otro día, cuando fue a llevarme al cole por la mañana, nos encontramos con la madre de Carlos Ulloa en la puerta y hablaron un poco de cosas de mayores hasta que ella dijo:

—Qué bien, y qué poco falta para la función de Navidad. Hay que ver cómo pasa el tiempo, ¿eh?

Papá no dijo nada. Solo me puso bien la mochila. Entonces la madre de Carlos torció la cabeza así, de lado, y preguntó:

—¿Vendrá con su esposa a ver actuar al niño?

Papá me cogió de la mano un poco fuerte y arrugó la boca como cuando chupa un cigarrillo. Y también dijo:

—No. Ella no puede. Y creo que yo tampoco iré. A mí esas cosas… no sé yo…

La madre de Carlos dijo: «Oh» con la boca redonda y después sonó el timbre y ya está.

Bueno, no. Por la tarde, como papá no estaba en casa porque tenía gimnasio, cuando llegué del cole encendí el DVD para ensayar en la cocina. Antes me puse la falda y los zapatos grandes y el sombrero con la flor que me había dado Nazia y con la música de la tele no oí que papá había vuelto a casa porque se le había olvidado una cosa. Bueno, sí que le oí, pero era un poco tarde. Entonces me di mucha prisa, pero solo tuve tiempo de quitarme el sombrero y los zapatos, la falda no, y cuando papá entró en la cocina me miró así con una O muy grande en la boca como la de la madre de Carlos. Después se puso muy rojo y me tiró de la falda, tanto que me caí al suelo sin hacerme mucho daño, solo en la mano y en el pie. Y luego me cogió de los hombros y se puso muy rojo.

—No vuelvas a vestirte de mujer nunca más, ¿me oyes? ¿Me oyes, Guille? —dijo, gritando un poco y respirando raro. Y también—: Si vuelvo a verte vestido así, no sé lo que voy a hacer.



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