The Walking Dead. Descenso by Robert Kirkman

autor:Robert Kirkman [BONANSINGA, ROBERT KIRKMAN/ JAY]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Timun Mas Infantil México
publicado: 2016-06-27T05:00:00+00:00

TRECE

Bob y los demás tardan varios preciosos segundos en encontrar un lugar adecuado en el techo del túnel donde hacer un agujero. Son segundos que habrían preferido no desperdiciar, ya que no tienen idea de cómo le está yendo a Lilly allá arriba, en la turba de caminantes, ni si ha llegado o no a la capilla, pero en ese momento tienen que ser proactivos y a nadie se le ocurre una idea mejor. En una serie de rápidas conclusiones, consultando con Reese y mirando el mapa, Bob elige un lugar a más de ciento veinte metros atrás en el túnel, tras dar vuelta a una curva y debajo de una falange de estalactitas serpenteante (hay casi la distancia de un campo de futbol entre este lugar y el corazón del enjambre) para poner suficiente distancia, pero aún estén cerca de la horda para poder llamar su atención.

Usan la pala cuadrada que Matthew trajo consigo, y Speed, tal vez el más fuerte de todos, hace los honores. El antiguo tacle defensivo pesa noventa kilos, y Matthew y Ben tienen que poner manos y rodillas en el piso, hombro con hombro, debajo del lugar, para que Speed pueda apoyarse en ellos. Trabajan de prisa, comunicándose con muy pocas palabras; Bob es quien hace la mayor parte de la plática. Speed trepa sobre las espaldas de los dos hombres que están en el piso y empieza a cortar una pieza del techo con la pala mientras su AR-15 cuelga de una correa en su hombro.

—¡¿Cómo sabemos que no hay pavimento sobre nosotros?! —inquiere Ben, todavía con sus manos y rodillas sobre el piso y su voz tensa por el esfuerzo; el peso de la botas de Speed presiona entre sus omoplatos—. ¿Cómo sabes que se podrá romper?

—No lo sé —murmura Bob mientras se da vuelta hacia David—.Mira en la solapa del frente de mi mochila y ve si aún está allí el espejo de dentista que encontramos en la tienda.

Mientras todo esto pasa, Speed sigue empujando la hoja de la pala entre las raíces, produciendo un sonoro golpe de tambor, y cada impacto envía una carga fresca de polvo que cae en la oscuridad. La arcilla de Georgia es muy dura, pero Speed aplica los estimables músculos de sus hombros y su cuello en la tarea.

A unos metros, en la oscuridad, mirando con nerviosismo, Reese se muerde las uñas.

Un cronómetro invisible avanza en el cerebro de Bob mientras espera a que Speed abra un agujero. Han pasado un par de minutos desde que Lilly se hundió en la manada, sola, expuesta, luchando por abrirse paso entre el tropel. El sonido de su arma cesó, lo que serían buenas noticias si es que llegó a la capilla; malas, muy malas si se quedó sin balas y fue engullida. El corazón de Bob comienza a acelerarse.

—¡Guau! —Speed se echa hacia atrás cuando una enorme palada de tierra cae en cascada sobre las espaldas de Matthew y Ben. La luz del día penetra en el túnel con una resplandeciente aureola amarilla, difusa por el polvo.

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