Te quiero porque me das de comer by David Llorente

Te quiero porque me das de comer by David Llorente

autor:David Llorente [Llorente, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T05:00:00+00:00


ese ángel debe de tener la carne muy tierna

No hay que precipitarse al inyectarse: hay que buscar un sitio tranquilo y no tener ninguna prisa: hay que cerciorarse de que nos estamos inyectando toda la heroína en la vena y no en los tejidos de alrededor: debemos usar jeringuillas desechables y usarlas solamente una vez: jamás debemos mezclar heroína con cocaína (si lo hacemos, es mejor meterse primero una y después la otra): conviene usar cremas curativas para la piel y un algodón con alcohol para friccionar la piel antes y después de pincharnos: para evitar la sobredosis es más que aconsejable que nos hagamos primero un pinchazo de testeo y conocer así la pureza de la heroína que nos estamos metiendo: de todas formas es mejor que no nos pinchemos solos: es mejor que lo hagamos en compañía de alguien de nuestra confianza. Mondelo (a las siete y media de la tarde) entra en el bar de la Pepi, se planta en medio del local y pregunta en alto si hay alguien que quiera jugar al mus con él: nadie responde: todos bajan la cabeza o miran para otro lado: Luis (el marido de Pepi) le dice que le paga una caña si se limita solamente a mirar y no da problemas: Mondelo contesta: métete esa caña por el culo, Luis, tengo dinero suficiente para comprarte todas las botellas de este bar si me sale de los cojones: al final de la barra hay un negro: dice: a mí no me importaría jugar con usted: Mondelo se le acerca y lo mira de arriba abajo: pero ¿tú sabes jugar al mus, moreno? A Petra (cuando tiene el día libre) le gusta pasear por el barrio (a veces luce el sol y la gente se echa a la calle y entonces Carabanchel parece un pueblecito de casitas bajas en el que todo el mundo se conoce y se saluda): Petra conoce a casi todos los hombres con los que se cruza: a veces (cuando sale a pasear) cuenta los hombres con los que no se ha acostado y no le salen más de diez: sus clientes caminan del brazo de sus mujeres y ni siquiera la miran (las mujeres, además, vuelven la cara): Petra no saluda a nadie (no quiere poner a nadie en un compromiso). Marcelo Saravia caminó hasta la parte de atrás del Pizza Jardín: allí estaban (cuatro: enormes) los contenedores de basura: después de romper más de quince bolsas (de meter las manos hasta los codos) consiguió dos triángulos de una pizza margarita y medio batido de vainilla: se lo fue comiendo (y bebiendo) mientras se dirigía a calentarse a la boca del metro y fue entonces cuando los vio: salían los tres por la puerta del Pizza Jardín: Isidoro Villatobas sacaba del bolsillo el mando del coche y (detrás de él) Susana Coelho le subía la cremallera al abrigo de su hija: Marcelo Saravia se ocultó detrás de un árbol y asomó la cabeza: observaba: su



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