Sin plumas by Woody Allen

Sin plumas by Woody Allen

autor:Woody Allen [Allen, Woody]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 1975-01-01T05:00:00+00:00


Duelo de ingenio con el inspector Ford

EL CASO DEL HOMBRE DE MUNDO ASESINADO

El inspector Ford irrumpió en el estudio. Caído en el suelo se hallaba el cuerpo de Clifford Wheel, que aparentemente había sido golpeado por la espalda con un mazo de croquet. La posición del cuerpo indicaba que la víctima había sido sorprendida mientras le cantaba «Sorrento» a su pez de colores. Las pruebas indicaban que se había producido una terrible lucha, dos veces interrumpida por las llamadas telefónicas, una que fue una equivocación y otra que ofrecía a la víctima lecciones de baile.

Antes de morir, Wheel había mojado un dedo en el tintero para garrapatear un mensaje: «Drásticas Rebajas de Otoño — ¡Que Nadie Deje de Aprovecharlas!».

—Un hombre de negocios hasta el fin —murmuró Ives, su criado, cuyos zapatos de exagerados tacones, detalle curioso, le hacían cinco centímetros más bajo.

La puerta que daba a la terraza estaba abierta y unas huellas partían de allí para luego bajar al vestíbulo y desaparecer en un cajón.

—¿Dónde se hallaba usted cuando ocurrió, Ives?

—En la cocina, fregando los platos —respondió Ives, sacando de la cartera un poco de espuma para corroborar su declaración.

—¿Oyó usted algo?

—El señor estaba en el estudio con unos cuantos hombres. Discutían acerca de quién era el más alto. Me pareció oír que el señor Wheel se ponía a cantar una canción tirolesa, mientras el señor Mosley, su socio, gritaba: «¡Dios mío, me estoy quedando calvo!». Después sólo sé que sonó un glissando de arpa y la cabeza del señor Wheel cayó rodando al césped. Oí que el señor Mosley le amenazaba. Decía que si el señor Wheel le tocaba su pomelo otra vez, no le garantizaría un crédito bancario. Creo que él le mató.

—¿La puerta de la terraza se abre desde dentro o desde fuera? —preguntó a Ives el inspector Ford.

—Desde fuera. ¿Por qué?

—Justamente tal como sospechaba. Porque ahora sé que fue usted, y no Mosley, quien mató a Clifford Wheel.

¿Cómo lo descubrió el inspector Ford?

Según la disposición de la casa, Ives no pudo haberse deslizado por detrás de su señor. Habría tenido que deslizarse por delante de él, momento en el que el señor Wheel hubiera dejado de cantar «Sorrento» para descargar el mazo sobre Ives, un ritual observado por ambos en numerosas ocasiones.

UN ENIGMA SINGULAR

Aparentemente, Walker se había suicidado. Una dosis excesiva de somnífero. Sin embargo, algo no encajaba para el inspector Ford. Tal vez era la posición del cuerpo. Se hallaba metido dentro del televisor, asomado a la pantalla. En el suelo había una enigmática nota del suicida: «Querida Edna: me pica el traje de lana, así que he decidido quitarme la vida. Procura que nuestro hijo complete su corrupción. Te lego toda mi fortuna, con la excepción del solideo que, por la presente, lego al planetarium. Por favor, no llores por mí, pues me alegro de estar muerto y lo prefiero con mucho a pagar el alquiler. Adiós, Henry. P. S. Tal vez no sea el momento oportuno para tocar el tema, pero tengo todos los motivos para creer que tu hermano está saliendo con una gallina de Cornualles».



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